El diplomático Mathieu (en la piel del siempre soberbio Gilles Lellouche) ha bailado con la mujer equivocada (la bella Joanna Kulig, de “Cold War”), pero puede que haya peores crímenes de los cuales se lo acuse, porque el fin justifica los medios. La palabra ‘kompromat’ que da título este intrigante thriller designa una táctica militar en clave, que recurrirá a documentos falsos comprometedores utilizados para perjudicar a algún agente enemigo del estado ruso. Basada -libremente- en hechos reales, esta notable película gala formó parte del último Tour de Cine Francés, celebrado durante el pasado verano en nuestro país.
Con buen pulso, el realizador Jerome Salle retrata la fuga de un político francés radicado en Siberia, víctima de un acto extorsivo, en complot orquestado por los servicios secretos rusos. Encarcelado y aislado, es despojado de todo instrumento de la ley. El objetivo se adivina con nitidez: deberá escapar de un mayúsculo entramado mafioso y a toda costa intentar probar su inocencia. Un hombre que de la noche a la mañana pierde todo, se ve involucrado en un nudo político y social que lo excede, sentando las bases narrativas de un thriller político hecho y derecho, con suficientes tintes hitchkockianos como para identificar cuál será el derrotero que seguirá la víctima encuadrada dentro del inescrutable punto de mira.
La cacería se ha desatado en el gélido bosque e inmerso en un callejón sin salida, sufrirá el francés el hostigamiento y la difamación del nada amistoso séquito soviético. El conflicto divide las aguas entre ambas embajadas y la tensión escala de modo intermitente del otro lado de la pantalla. Aún con las previsibilidades del caso, no podemos más que empatizar. “Kompromat” se erige así como un film de corte clásico rodado con estilo y sapiencia técnica, mostrando buen gusto por la tradición del cine de espionajes.