Creo que para analizar «Kompromat», debemos abrir dos líneas de abordaje. Por un lado, la naturaleza del hecho verídico que propone (a medias o quizás, un poquito menos) que presenta, con todo su contexto, y el otro, la trama en sí, con la vorágine y el vértigo que implica una búsqueda frenética en un territorio hostil. En estos sentidos, hay que decir que sí, «El expediente ruso» de Jérôme Salle es una película de espías, traición y fuga bien lograda, aunque la forma en la que presenta el conflicto principal, luce esquemática y de alguna manera, ingenua.
Vamos por partes.
«Kompromat» parte de una historia inspirada «libremente» en un caso real. El caso en el que se inspira Salle es el de Yoann Barbereau, galo que dirigiendo una filial de la Alianza Francesa en Rusia, fue acusado de pedofilia y que puede leerse en «En la Prisión de Siberia». Pero Salle elige no comprar los derechos de la obra y reinterpretar la temática instalada en tono de thriller de espías, con su predicamento y visión.
El primer inconveniente que nos abre es preguntarnos… ¿esta versión libre recupera el espíritu del incidente? Habiendo sólo ojeado el libro, creo que no. Lo cual, no implica que Salle no haya hecho un sólido producto de suspenso con tintes de drama y acción. De hecho, lo intenta. Y de alguna manera, lo logra, parcialmente.
Aquí tendremos a un francés a cargo de un órgano cultural en la fría Siberia, que es acusado falsamente. «Kompromat» define un término que implica, en ruso, «causa armada», en el sentido de que se construye una acusación basada en hechos falsos, para llevar a alguien a prisión. Aquí el tema (la acusación) es sobre pedofilia pero sucede, luego de un par de sucesos (una muestra de arte y un coqueteo con una mujer) que hacen que el poder político mire a Mathieu Rossel (Gilles Lelouch) con malos ojos. Y él cae y su estancia en la cárcel, lo llevan a pensar que la única salida es una fuga.
Pero volvamos a mi reflexión inicial, ¿por qué hago esta salvedad en una obra sobre la vinculación entre hechos reales y ficción, que en definitiva, es puramente cinematográfica? Quizás porque noto cierta inconsistencia en la forma en que se estructura la acción rusa durante el relato. Pensamos que si el régimen quiere hacer caer su furia sobre un sujeto determinado, no cometería tantos errores como aparecen en la trama. Digo esto además, porque me gusta el cine de Salle (si no vieron «Zulu», se las recomiendo) pero aquí quizás confunde el hecho de dotar de intensidad el relato con avasallar algunos criterios lógicos que deslucen su diseño. Tal vez si el relato fuera más verosímil o no estuviera condicionado por el cartel «hechos reales», sería más fácil de disfrutar.
Sin entrar en mayores detalles, me costó escindir el contexto y dejarme llevar por la historia presentada. Y si bien, reconozco que «Kompromat» es un producto con mucho ritmo (y también una extensión discutible), que se deja ver y le da otra mirada al cine de espías, intriga y política al que habitualmente nos acostumbra Hollywood.
Quizás esa su mayor fortaleza, presentar una historia con la mirada francesa de un conflicto de intereses donde la libertad de expresión pueda estar en juego y resolverse, incluso en terrenos hostiles.