KRYPTONITA no es una película de superhéroes. Sería una trampa o una mentira suponer que el espectador se va a encontrar al verla con el lujo de efectos especiales y los poderes administrados a gran escala por escuderías como Marvel o DC que han travestido sus cómics en enormes gestas de acción constante, tramas incomprensibles y pasión desenfrenada por cosas (personas, edificios, ciudades, planetas enteros) que explotan por los aires. Al menos en ese sentido, es bueno KRYPTONITA no sea eso.
La nueva película de Nicanor Loreti (que dirigió un filme de terror de culto como DIABLO y también dos películas de la popular saga SOCIOS POR ACCIDENTE) está más cerca del policial de gente sitiada y sin salida, de ese subgénero que habitualmente consiste en una serie de personajes encerrados y/o rodeados que tratan de sobrevivir al acoso y al potencial ataque de los de afuera, mientras también lidian con sus problemas internos. Las referencias son varias: el modélico western RIO BRAVO, de Howard Hawks; su reversión policial ASALTO AL PRECINTO 13, de John Carpenter; o hasta cierto punto PERROS DE LA CALLE, de Quentin Tarantino, por citar solo algunas.
La novela de Leonardo Oyola, como muchas de las suyas, traslada situaciones que podrían parecer estrictamente genéricas a un realismo del conurbano en el que personajes solo imaginables en una pulp fiction norteamericana de bolsillo pueden existir en el Gran Buenos Aires o zonas aledañas. Y no lo hace apostando por la ironía, el absurdo o el gesto canchero, sino gracias a una exquisita apropiación del lenguaje barrial que permite que uno crea que alguien parecido a Superman circula por La Matanza. Y que las vidas de esos personajes son perfectamente plausibles.
KryptonitaPor suerte, Loreti entendió que la película también pasaba por ahí, por respetar esos códigos planteados por Loyola y no creer que debía convertir al filme en una versión épica o grandilocuente de esos mismos acontecimientos. KRYPTONITA respeta bastante la novela y transcurre en gran parte en la sala del hospital en la que un muy herido Nafta Súper (Juan Palomino, el “Superman” en cuestión) ha llegado con su banda de secuaces quienes ponen en aprietos al agobiado médico de guardia para que lo salve como sea. Por suerte, no se trata de un herido común (su resistencia deja entrever su “origen”) y sus posibilidades de supervivencia tal vez sean mayores que las del común de los mortales.
El personaje que, de algún modo, narra la historia o representa a los espectadores en el relato es el Doctor que recibe al Nafta y a su banda de criminales que integra la travesti Lady Di (Lautaro Delgado, como una suerte de Mujer Maravilla del subdesarrollo), Ráfaga (Diego Cremonesi), Juan Raro (Carca), Faisán (Nico Vázquez, versionando a Linterna Verde) y luego El Señor de la Noche (Rago), entre otros. Interpretado magníficamente por ese gran actor que es Diego Velázquez, “el “Tordo” escucha las historias de estos superhéroes/criminales caídos en desgracia ahora apretados por la Bonaerense y las bandas rivales. Entre los antihéroes que lo tienen entre la espada y la pared (“o lo salvás o sos boleta”) se destacan Diego Cremonesi aplicando un alto grado de intensidad pero sin desbordes a su encapuchado Ráfaga, quien podría ser una versión de Flash en esta versión deforme de la Liga de la Justicia y Delgado, encarnando a una Lady Di a años luz del Palacio de Buckingham.
kryptonita12Habrán notado, claro, que el poster le pertenece pura y exclusivamente a Diego Capusotto, quien encarna muy bien y sin casi guiños humorísticos al Negociador, al hombre enviado a resolver los conflictos entre los de afuera (la policía y la banda de El Pelado, interpretado por Daniel Valenzuela) y los de adentro. Con un look cien por ciento Guasón, Capusotto tiene una extraordinaria escena en la que se encuentra/enfrenta a los antihéroes en un tenebroso pasillo del hospital, pero es un rol secundario en lo relativo a la trama y al desarrollo del filme. Algo parecido sucede con el supuesto personaje principal, el Nafta Súper (Juan Palomino) que durante gran parte del relato yace en una camilla del hospital como testigo inmóvil de la creciente tensión.
Dentro de una cinematografía con mínimos sino nulos acercamientos valiosos al cine de superhéroes como es la argentina, Loreti y su equipo tomaron en KRYPTONITA la mejor decisión posible: en lugar de tratar de imitar o de jugar a la parodia para “iniciados”, se dedicaron a ser lo más fieles posibles a la novela –que hace ese mismo trabajo, no imita ni se burla– y adaptar la historia desde la lógica interna de cada personaje y de sus conflictos más que la parafernalia visual que ahora acostumbra el género en su versión superproducción. Para eso contó con un excelente elenco que pudo hacerse cargo de los filosos diálogos y monólogos de Oyola y otorgarle intensidad, humanidad y realismo a sus personajes utilizando seguramente los vestuarios más estrafalarios de todas sus carreras. Algo que, podrán imaginar, no es nada sencillo.