Maravillosos superhéroes del conourbano
Detrás de la película de Nicanor Loreti hay una gran novela de Leonardo Oyola. Y detrás, como un gigantesco lago formado a la sombra del conurbano bonaerense, la incontrastable potencia de la realidad. La savia que nutre a “Kryptonita” pasa por el lenguaje, los códigos y la violencia que impregnan el día a día de nuestra argentinidad. Recortada en la guardia del hospital Paroissien, eso sí, porque a fin de cuentas no hacía falta más. Los miembros de la banda debaten qué hará la Bonaerense con ellos. Recuerdan la masacre de Ramallo, pero advierten que están las cámaras de Crónica, y entonces no se animarán a matarlos en directo para todos los hogares. Es un hilo conductor entre “Kryptonita” y, por ejemplo, “Pizza, birra, faso”. Esto somos, esto nos pasa.
El ingenioso giro fantástico subraya la existencia de un cine de género nacional, tan interesante y prolífico como invisibilizado por el circuito mainstream. La banda es una colección de magníficos personajes, bien construidos y mejor interpretados. Lady Di, la mujer maravilla travesti que juega Lautaro Delgado, es pura emoción y lo demuestra en un pasaje clave, declarándole su amor al agonizante Nafta Súper. Brutalmente honestos, los superhéroes de Isidro Casanova, Rafael Castillo, La Matanza y después vomitan grandezas y miserias. Son decididamente humanos.
“Dios... a esta guardia hace rato que no viene”, dice el doctor González (gran trabajo de Diego Velázquez), uno de esos médicos que se arruinan el físico y el espíritu en los vericuetos de la salud pública. El de “Kryptonita” es un guión formidable, matizado por diálogos precisos, ingeniosos y -sobre todo- creíble. Desde allí Loreti se hace una fiesta narrativa, incluyendo flashbacks con la impronta del “Sin City” de Robert Rodríguez y dejando a la vista que hay mucho cine y literatura de acción/aventuras fluyendo por sus venas. Demasiadas razones que hacen de “Kryptonita” una película imprescindible.