Kryptonita

Crítica de Martín Chiavarino - A Sala Llena

Superhéroes del conurbano.

A pesar del fanatismo histórico del público argentino por las películas y las series de superhéroes, no teníamos obras a nivel local que busquen competir o agregar una versión nacional del fenómeno. Aquel intento fallido de Luis Barone con Zenitram (2010), en pos de construir al primer superhéroe nacional y popular, resultó desesperanzador para muchos, mientras los productos de Hollywood inundaban el mercado, hasta incluso con su contracara crítica, Birdman (2014). Con una aproximación completamente distinta, el realizador Nicanor Loreti se propuso con Kryptonita crear una película sobre delincuentes- superhéroes, epígonos de Robin Hood en el conurbano bonaerense.

En un hospital de la provincia de Buenos Aires, un médico de guardia cansado, automedicado y con problemas familiares recibe como paciente a un tal Nafta Súper. Traído inconsciente al hospital por su banda, una especie de “Liga de la Justicia”, y con una herida cortante de un vidrio verde, la suerte de Nafta Súper queda en menos del doctor y de sus amigos que deciden protegerlo de las fuerzas policiales mafiosas que quieren eliminarlo.

Kryptonita mezcla la tradición de crítica social con el cine de superhéroes en una amalgama que cuadra con la idiosincrasia del espectador argentino consumidor de este tipo de producciones. Así podemos encontrar a una Mujer Maravilla travesti que narra su transformación (Lady Di), un imitador de Linterna Verde tumbero (Faisán), un Flash misterioso y amenazante (Ráfaga), y un Superman boxeador callejero, (Nafta Súper), como algunos ejemplos de esta apropiación popular de personajes del comic.

A partir de una gran utilización de los recursos y sin abusar de los efectos especiales, la propuesta logra construir un contexto y una historia para estos héroes marginales que desafían a la policía y a los mafiosos, como parte de un mismo sistema político que los excluye. La participación de Diego Capusotto como un oficial corrupto y desquiciado -disfrazado del Guasón- merece una mención aparte por su versatilidad, ampulosidad y su extraordinaria capacidad para la gestualidad grotesca.

Tanto Loreti en la dirección como el equipo de guionistas que lo acompañaron a nivel general en la construcción del relato (Nicolás Britos, Camilo De Cabo, Paula Manzone y Leonardo Oyola), consiguen crear una épica para cada personaje, aportando a la historia un componente de la tradición del comic, el autodescubrimiento personal, enriqueciendo así la narración para crear los lazos emocionales entre el espectador y los justicieros que caracterizan a este tipo de obras.

Kryptonita supera los obstáculos que una película de superhéroes nacional plantea gracias a un gran talento para el trabajo estético de cada escena y una banda sonora plagada de sintetizadores que transportan al espectador a través de un conurbano bonaerense que funciona en muchas localidades como una ciudad de un futuro distópico, abandonada por las autoridades y controlada por la delincuencia y los narcotraficantes. De esta forma, el opus de Loreti se propone exitosamente como la punta de lanza de una probable saga dentro del género de los superhéroes en la cinematografía argentina.