Kryptonita

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

“Kryptonita” es una película notable dentro del cine argentino. El filme de Nicanor Loretti (“Diablo”, “Socios por accidente”), basado en una novela de Leonardo Oyola, se desmarca de los lugares comunes, juguetea con los arquetipos, tiene suspenso, aborda el lado B -el más duro- de la realidad sin bajar línea. Y toda esa proeza viene acompañada de buenos actores y humor, un humor ácido, paródico, en ocasiones absurdo. La trama transcurre en un hospital (“el peor hospital, en el peor barrio y con el peor médico”, dice uno de los personajes).

   A ese lugar ubicado en el llamado conurbano (una palabra que no existe en el diccionario pero que evoca todo un mundo), llega malherido El Nafta Súper (Juan Palomino) mítico personaje de una banda de delincuentes, con fama de Robin Hood y de inmortal (“Yo vi cómo le pusieron un tiro en la cabeza y sobrevivió”). Lo acompañan sus amigos, todos con rasgos de héroes de historieta, con súper poderes y códigos de honor y lealtad. A punta de pistola le exigen al médico que le salve la vida al Nafta Súper. Mientras esperan, vendrán las confesiones y la intimidad de algunos de ellos. Pero también la policía y un desenlace de comic.

   Hace poco el New York Times dijo que los mejores hackers del mundo son argentinos. Su habilidad -sostiene- sería consecuencia de la costumbre criolla de “romper las reglas” y de vivir en un medio donde todo está “atado con alambre” (lo dice así, en castellano). Y estos personajes hacen eso. Intentan sobrevivir como sea, con las herramientas a mano (“Nosotros estamos, existimos, somos reales”). Son del conurbano de Buenos Aires, pero podrían ser de San Isidro, Puerto Madero o Recoleta. A veces, la diferencia parece solo una cuestión de modales.