Noche de guardia
Una noche llega la guardia de un hospital público en La Matanza llega un grupo de personajes que parecen salidos de una fiesta de disfraces. Algunos son más sobrios, otros más llamativos, pero llegan como una banda, como un grupo, como una liga. El médico de guardia y su enfermera intentan salvar a uno de ellos muy mal herido. Pronto descubren que hay algo en ese hombre que lo hace diferente a cualquier otro caso que hayan conocido. Estos marginales, posibles herederos de clase baja del espíritu de Robin Hood, son a su manera, superhéroes. Algunos tienen poderes muy claros otros, son algo más misteriosos. La idea del grupo encerrado y resistiendo puede acercar a Kryptonita a varios clásicos de la historia del cine, porque las comparaciones son odiosas e injustas, no jugaremos el juego de las comparaciones ni las citas, aunque hay muchas.
Lo que sorprende de la película es su falta de simpatía y diversión. Aquello que suele sobrar en los films de Nicanor Loreti, acá brilla por su ausencia. Obligada a ser una película clase B o tal vez convencida de serlo, Kryptonita desaprovecha lo mejor de esta clase de cine. No tiene la velocidad narrativa de este tipo de películas, con esa construcción propia de los films cortos pero llenos de ideas y con una gran historia. Tampoco tiene el sentido del humor de estos films, incluso cuando la trama invita a tenerlo. Casi hay cierta resistencia a ser simpático o gracioso. La gravedad se impone de una manera que, una vez más, sorprende en el director de Diablo. Algunas actuaciones son correctas, otras son lamentables. Debe ser difícil encontrar el tono para los actores en una película que nunca consigue hallarlo. Nicanor Loreti tiene interés y amor por los géneros y lo ha demostrado. Su ópera prima, Diablo, era todo un hallazgo. Luego dos películas familiares de acción como la fallida pero bien intencionada Socios por accidente y la horrible Socios por accidente 2 lo desviaron un poco del camino. Su cuarto film, Kryptonita, retoma el camino de la ambición más personal. Sin embargo, aquella potencia pura y entretenida que tenía Diablo aquí no llegar a plasmarse. Tal vez la historia no lo permita, pero habiendo aquel film, era de esperarse algo igual de entretenido al menos.
Incluso Juan Palomino, que acá está bien en su papel secundario y su rostro es ideal para héroe de comic, daba una actuación mucho mejor en el rol protagónico de Diablo. Las búsquedas estéticas de este film son válidas y originales, pero es la narración lo que no fluye. Si uno elige historias cercanas a los grandes maestros del clasicismo, lo mejor es definir si uno busca esa misma narrativa o si por el contrario apuesta a la modernidad. Kryptonita es clásica pero no tiene una narración a la altura de sus posibilidades.