Un viaje transformador
Un joven con problemas (Martín Piroyansky, cara reconocible en el panorama del nuevo cine nacional) es llevado por su padre (Alejandro Awada) a una cabaña en medio de la montaña, pero las cosas se complican cuando el chico es picado por una araña venenosa.
Con este inquietante comienzo, él va hacia una muerte segura salvo que una araña de la misma especie lo vuelva a picar. Y Ruiz (Jorge Sesán), un ermitaño alcohólico, parece el único capaz de salvarlo porque conoce como nadie el camino hacia la zona donde habitan las arañas.
La araña vampiro, de Gabriel Medina (el mismo de Los Paranoicos), es un viaje iniciático, es una road movie, una película de aventuras y también de terror. Todo junto porque el cineasta juega con la conjunción de géneros para contar esta historia particular sobre la recomposición familiar (madre presente a través del teléfono) y la salvación personal.
Extraña y difícil de clasificar, ya que quizás no sea del gusto popular, pero la película tiene sólidos rubros técnicos (prima la cámara en mano) y está construída con mínimos elementos. El film se torna tedioso y reiterativo en la caminata que emprenden los personajes a través de la montaña. Da la sensación de que pocas cosas más van a suceder en este verdadero trabajo de "autor" cuyo mérito consiste en contar una historia original. Y llega el desenlace: inesperado, efectivo y cíclico.