La fábula de las sierras
Alguien despierta, sus ojos sin embargo aún parecen estar dentro de un sueño, un camino sinuoso, un paisaje áspero en el que la mano del hombre se ve en un alambrado en la parte inferior de la pantalla y el camino mismo, seguimos desde la distancia el transitar de ese auto que a su vez sigue las curvas del camino, sobre esa imagen, distante y estática y con letras rojas como la sangre se lee La Araña Vampiro. No hay mejor manera de sintetizar la historia que ese prologo.
El que recién despierta es Jerónimo y de él no vamos a saber mucho más que su nombre, el camino sinuoso será la síntesis del que el va a tener que transitar para volver a despertar, quizás volver a nacer, el paisaje áspero se convertirá en un protagonista más, una naturaleza que va a marearlo y oprimirlo hasta rendirse y darse cuenta que una gran parte de conquistar la naturaleza es rendirse ante ella, el titulo y sus letras rojas finalmente lo dotan de una remite tan fuertemente al cine fantástico clase B sólo ese detalle tiñe a todo de un halo fantástico.
La Araña Vampiro es una película en cuya trama, a simple vista simple, se esconden muchas más cosas que repercuten y "pican" al espectador por la manera en que Gabriel Medina decide contarla y sobre todo por la manera en que a veces decide no contar. Las elipsis y la extrema dosificación de la información hacen de la película una experiencia que no puede separarse de la que vive el protagonista, la misma desesperación de no saber (estamos tan acostumbrados a que el cine nos explique todo), la misma asfixia de un paisaje que parece imposible y la confusión entre realidad y fantasía. Hay algo sin embargo que nos separa del protagonista, él está en una situación en donde le es imposible ver las cosas con objetividad, esa posibilidad es sólo nuestra pero esa ventaja no va a durar mucho porque la película nos va a hacer una advertencia despojándonos por medio del protagonista de nuestro bien más preciado, el ojo. Accedemos a todo este contenido sin (aparentemente) nada y es justamente por ese despojo de información por el que Gabriel Medina puede contarnos esta fabula en donde existe una araña que puede ser el peligro y la salvación al mismo tiempo, en donde superar el miedo a la muerte implica cambiar el punto de vista.
Párrafo aparte para la actuación de Jorge Sesán en el papel de Ruiz y para la banda sonora que llena de psicodelia y oscuridad al paisaje.