Has de cambiar tu vida
En el inicio del filme, hay un pasaje clave, tan importante como la cita beat de Jack Kerouac: en un lugar supuestamente paradisíaco, donde la naturaleza se impone, Jerónimo (Martín Piroyansky), que ha viajado con su padre a las sierras de Córdoba (tal vez para un reencuentro y, según su padre, para ayudarlo), juega absorto en su computadora antes de dormir. Afuera suena la noche de un bosque, en su cabeza los tiros de una ametralladora virtual.
En la escena siguiente, Jerónimo tendrá un sueño misterioso con una hermosa adolescente que cuida las cabañas donde se alojan, pero despertará para conocer a la criatura que da título al filme, la famosa araña vampiro.
Estas dos secuencias no están unidas simplemente por el imperativo de un guión: hay un hilo filosófico entre ellas en el que se precipita una doble confrontación entre la naturaleza y la cultura y entre una percepción mecánica e inconsciente de sí mismo y el nacimiento paulatino de una clarividencia para observar la vida consciente.
La araña, lógicamente, lo picará, y si bien una médica de una guardia les asegurará a Jerónimo y su padre que no corre riesgo, el joven, un hipocondríaco grave, sentirá que su brazo se está paralizando. Los lugareños tal vez piensen distinto, sobre todo una especie de chamán de la montaña que al examinarlo decreta: "Te estás muriendo, flaco". Pero la muerte es evitable y existe un sólo método: volver a ser picado por una araña. El veneno mata pero también cura. Lo que viene después es el ascenso a una montaña acompañado por un guía paranoico en búsqueda de una araña salvífica.
¿Cómo filmar un viaje de transformación interior sin ser mancillado por el kitsch de la iconografía y retórica esotéricas? Gabriel Medina conjura esa amenaza por una vía insólita: combinar cine de género con una inquietud metafísica difusa. El terror, la comedia y la aventura (minimalistas) funcionan como un método de extrañamiento por el cual se puede mostrar una conversión interior sin caer en la vergüenza característica del cine esotérico.
La araña vampiro desconcierta: es una película demasiado inteligente y demasiado sencilla. No todos los días vemos en el cine una toma de conciencia.