Y la ballena va…
El colectivo de artistas Estrella del Oriente, que viene trabajando desde el año 2007 en distintos proyectos artísticos, concibió en 2009 un proyecto a simple vista inviable para las posibilidades de un grupo artístico con pocos recursos. Este propósito era utópico, genial y hermoso a la vez, y pretendía cambiar el estado del mundo introduciendo una contradicción, una espina en la lógica cultural de la explotación. Para realizar este ideal concibieron un dispositivo de “transmutación de los hombres” en obras artísticas. Este plan se debía al resultado de sus investigaciones. En los países del denominado “Primer Mundo” y en casi todo el mundo hay leyes que protegen de manera notoria a las obras artísticas pero faltan leyes que protejan a la inmigración. De esta manera, Juan Carlos Capurro, Juan Carlos Cedrón, Marcelo Céspedes, Pedro Roth y Daniel Santoro realizaron el bosquejo de un barco en forma de ballena que transforme a los inmigrantes en obras de arte para que los susodichos puedan ingresar a los países vedados.
Para realizar este fin, el grupo Estrella del Oriente solicitó una beca a la Fundación Botín de España, una institución patrocinada por el Banco Santander, para la construcción de la embarcación con forma de ballena. Así comienza la aventura de planificar y diseñar la construcción de un museo dentro del barco creando dispositivos estéticos relacionados con obras de diversos artistas, como el famoso mingitorio dadaísta de Marcel Duchamp. La idea del grupo es ridiculizar el sistema inmigratorio del Primer Mundo y cuestionar la irracionalidad de la desprotección a la que son sometidos los inmigrantes.
El documental relata el surgimiento y la puesta en práctica de esta idea en reuniones de amigos y colegas y sus consecuencias, con una presentación del proyecto en un museo de Budapest, en Hungría, representando a la Argentina en el Bicentenario, y el “acoso” a los encargados de la Fundación Botín para conseguir la millonaria financiación con el fin de recoger individuos desempleados, descontentos y/ o deseosos de un cambio en sus vidas en los países periféricos para llegar a cualquier destino en los países centrales, aunque convertidos en obras de arte. Con el diseño aprobado y llevado a un astillero para la construcción, el proyecto de la ballena solo necesita de la financiación económica y allí comienzan los problemas, o mejor dicho, la vuelta de tuerca artística que desata las contradicciones y el sinsentido surrealista.
La Ballena va Llena nos demuestra que una pequeña idea dadaísta puede introducir una dosis de caos tan extrema como para alterar a los guardianes de las finanzas en este mundo tan opaco, y merece ser analizada, estudiada, para cambiar unas leyes injustas que protegen intereses nacionales mezquinos que se niegan a comprender que todos los seres humanos somos migrantes.