Grotesca, desenfadada y dinámica, La boleta ofrece una trama cambiante ambientada en submundos urbanos, y un buen elenco de comediantes le otorgan al film una sostenida diversión. El derrotero de un perdedor de clase media baja lo llevará a una villa manipulada por un mafioso, tras el temerario objeto de recuperar la boleta de un sorteo que le fue arrebatada, cuya combinación de seis números responde a una revelación ensoñada que podría cambiar su cruel realidad. El sentido del título hace referencia a la citada papeleta pero asimismo a un conocido y legendario modismo del hampa, a la hora de hablar de ajusticiar a alguien. Dichas virtudes de esta comedia con toques de policial y aventura se ven desdibujadas en algunos pasajes (alguna elipsis inapropiada, un tiroteo inconsistente), pero no por eso la película deja de ser efectiva, logros que hay que atribuirle al director Andrés Paternostro, apellido que remite a un memorable film ícono de los años 60, Mosaico, obra de su padre, Néstor Paternostro.
Dotado de alternativas que mantienen el interés hasta llegar a un desenlace con sorpresas, La boleta es un buen exponente de un género bien nativo. Al eficaz protagónico de Damian De Santo lo acompaña un formidable Marcelo Mazzarello y expresivas caracterizaciones de Claudio Rissi, Roly Serrano y otros buenos secundarios.