Grotesco en tono delirante
Larga y conocida tradición la del grotesco en la cultura argentina, invadiendo el teatro, el cine, la literatura y la televisión. Beneficiosa o perjudicial, realista o llevada al exceso, sentimental o sentimentaloide, el grotesco nacional continúa con vida a través de varias metaformosis estéticas o ligeras ampliaciones a su definición de diccionario.
La boleta, opera prima de Paternostro, se inicia con la descripción básica de un personaje, el depresivo y conflictuado Pablo, al que todo le sale mal, incluyendo la posibilidad del suicidio. Por obra del azar, y de una maniobra onírica del guión, Pablo cree poder ganar un gran premio en el juego y con sólo un par de mangos decide ir a todo o nada. Pero el infortunio está cerca y la boleta de la felicidad eterna cae en otras manos.
Hasta acá, el film describe a un personaje teñido de mala suerte, como una especie de Discépolo siglo XXI, aunque sin tanta crítica al entorno. Pero la película pega un giro, virando al género policial con lectura social, ya que Pablo deberá entrometerse en un mundo ajeno, cerrado con sus propios códigos, a una villa miseria compuesta por personajes delirantes, invocadores de citas cinematográficas de acuerdo a sus características.
Ese cambio de eje dispara la exacerbación de estereotipos (Claudio Rissi encarnando a un Tony Montana lumpen encabeza la lista), donde el contexto y el paisaje hostil se modifica desde la melancolía tanguera del inicio a un todo vale cercano a los últimos títulos del bilbaíno Alex de la Iglesia, en especial, a su largometraje reciente Las brujas.
Allí, la película decide el camino de la euforia, de los planos virtuosos y de la violencia exterior, en detrimento del pesar del personaje central. El hecho de sobrevivir semejante trance se manifiesta como la única salida para Pablo, tal cual ocurría con el personaje de Carmen Maura en La comunidad, otro parentesco que acerca a La boleta con el cine del director español.
En esa apuesta por ir de cabeza al terreno del delirio, el film acumula escenas donde la parodia convive con el cinismo y la crueldad. Los resultados, en tanto, terminan resultando algo inválidos.