Una noche demasiado interminable
He aquí un largo sainete de malandras con señoritas de mínimo vestuario contando plata a lo loco, mientras el protagonista, infeliz de clase media baja, suda la gota gorda para recuperar una boleta de loto que unos pibes acaban de robarle. Es que el tipo contó las moneditas para comprarla y zafar de su vida miserable. ¿Hay final feliz para sus aflicciones? ¿La habrá para el espectador?
Esto no es "El hombre señalado", donde Mario Fortuna gana la lotería pero justo la mujer ha vendido el sombrero donde él ocultaba el billete. Acá Damian de Santo no tiene sombrero, ni mujer, ni fortuna, ni ganó nada todavía, porque el loto recién sortea dentro de unas horas. Pero entretanto se cruza con chorros, travestis, variados capos, dos osos con metralleta, dos canas con maña, las señoritas antedichas y otras más, un pícaro de buen corazón, etc., etc., así hasta el otro día.
Puede verse como una parábola religiosa, donde el simple pecador, guiado por un designio divino, u obsesión infernal, pasa la noche en el purgatorio, del que sólo podrían salvarlo sus pocas buenas acciones y la decisión de un hombre de Dios. O, más bien, como un mero pasatiempo donde el cualunque nacional, basado en una intuición quinielera, conoce lo peor y lo mejor de una villa, por ejemplo la decisión de un personaje agarrado de los pelos.
En el elenco, Roly Serrano, de sentado, Claudio Rissi, avivando la estirpe de su Príncipe de la Noche con un color especial, Marcelo Mazzarello sacando jugo a una piedra y Ricardo Bauleo, conocido veterano de la gloriosa agencia de seguridad Acuario. Música, variada y risueña, Pablo Sala. Autor, Andrés Paternostro, debutante con larga experiencia previa en fotografía y otros rubros de cine y televisión.