La chica del bote
De todos los relatos existentes sobre las clases marginales La botera (2019) brinda una mirada madura e innovadora, sin facilísimos ni clichés a la hora de representar los anhelos de su protagonista.
Tati (Nicole Rivadero) es una adolescente de la isla Maciel que vive sola con su padre (Sergio Prina). Ella sueña con manejar el bote que cruza personas por las aguas del Riachuelo, mientras experimenta la pérdida de la inocencia en cuanto a su relación con los hombres y con el mundo adulto.
Como si se tratara de una película de los hermanos Dardenne, la ópera prima de Sabrina Blanco describe el contexto marginal de la vida en la isla pero siempre desde su personaje principal, uno de los más vulnerables del entorno, a quien sigue con un registro realista sin efectismos ni condescendencia. No se trata de hacer un retrato social sino de narrar los pormenores de cualquier ser humano intentando subsistir en condiciones adversas.
Tati avanza y retrocede, duda como todo ser humano, y se mueve entre las limitadas opciones que tiene (manejar el bote de su padre es la única y efectiva salida laboral) y las impuestas por su padre (quien no sabe cómo guiarla en sus inquietudes adolescentes). Conoce un chico que le resulta atractivo, mientras juega con su amigo de la infancia. En ese ir y venir la película conjuga su complejo estado emocional diciendo sin decir, mostrando su accionar e invitando al espectador compenetrarse con su psiquis.
Esta película apertura de la competencia argentina del 34 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, ancla el relato en una mujer en estado de vulnerabilidad (por el contexto y edad que atraviesa). La falta de referentes femeninos para la protagonista son evidentes, cuestión que acrecienta la dificultad de expresar sus “debilidades” con palabras o emociones. Ese pasaje de la niñez al mundo adulto inevitablemente endurece el carácter de Tati, una consecuencia casi necesaria para la supervivencia.
La botera representa la vida en un contexto marginal con todos los matices, complejidades y entramados sociales que la situación requiere, siempre desde los miedos y pasiones de su joven protagonista. Y lo hace desde un retrato humano, serio y sensible a la vez, que prioriza a la persona con sus particularidades y puntos de vista.