La botera: Al otro lado del río.
Esta ópera prima de una mujer protagonizada por otra mujer, ambientada en la Isla Maciel, muestra con emotividad, una realidad distinta: la de una adolescente que, a pesar de vivir todas las dificultades de su edad (y otras más), quiere lograr el sueño de ser botera en el Riachuelo.
El cine argentino acostumbra, lamentablemente, a narrar las historias de gente de bajos recursos de una forma cruel y siempre centrándose en los mismos estereotipos y tópicos. Esta vez, lo marginal se muestra distinto en los gestos y actitudes de una nena que está aprendiendo a ser adulta sola, ya que ni su padre, ni la escuela, ni el barrio la ayudan en el proceso. En contraposición con los cánones establecidos para exponer la marginalidad, la directora Sabrina Blanco capta con ternura y simpleza la vida de la protagonista, quien no es actriz profesional y deslumbra con su naturalidad.
La botera (2019) narra la vida de Tati (Nicole Rivadero), una nena de 13 años, que vive en la Isla Maciel con su padre (Sergio Prina). Suele colaborar con un comedor infantil y le va muy mal en el colegio. Su único anhelo es ser botera y trasladar a la gente de un lado al otro del río, aunque hay ciertos impedimentos, pero ella no renunciará a su sueño. Tati quiere tomar las riendas de su vida y luchar por sus deseos, aunque la búsqueda de la identidad adulta, en este Coming Of Age, es una tarea nefasta, sobre todo, debido al entorno hostil y la ausencia del modelo femenino familiar.
Si algo resalta en la película es la fuerza que tienen las mujeres, sobre todo Tati que quiere cumplir su anhelo, contra viento y marea, además de los personajes femeninos que la rodean como su profesora o la encargada del comedor donde colabora. Por otro lado, los hombres se muestran débiles y casi sinsentido, como el propio papá de la nena, su amigo al que ella defiende y el chico que le gusta.
Nicole Rivadero supera con creces el desafío de ponerse la película al hombro, más teniendo en cuenta que es su 1° vez frente a la cámara. Su intensa mirada y la naturalidad de sus movimientos hacen de ella una joven promesa. Acompañan de manera correcta Sergio Prina y Alan Gómez.
La directora Sabrina Blanco sigue cámara en mano a la protagonista, sin juzgar sus decisiones ni remarcas sus falencias y sin remarcar los duros golpes que le suceden a Tati. El relato es sólido, llevado a cabo con un impecable guion y con interpretaciones que permiten adentrarse en el mundo de la pequeña botera. Cada uno de los diálogos y miradas de la protagonista, seguida con cámara en mano, le da esa naturalidad necesaria para que el espectador se sienta parte de lo que se vive en la Isla Maciel.
El mensaje es claro: el bote es metáfora del transitar el camino a la madurez, un Coming of Age distinto, que muestra el deseo de superación de una chica abandonada por su familia, sus cercanos y el Estado. El deseo también es sexual, es de contención, de independencia, de ser adulto y tener con qué. Aprender a manejar el bote en las aguas turbias del Riachuelo.
La botera (2019) es una ópera prima admirable, de esas que hacen que uno se anote el nombre de Sabrina Blanco para seguir de cerca. Interesante propuesta del cine nacional sobre las vicisitudes del crecer en un entorno marginal.