Contar la vida pobre tiene riesgos: sobre todo, hacer cine pobre (de ideas, de miradas). No es el caso: es más importante el deseo de la protagonista de 14 años en volverse botera que cualquier otra cosa, y aparece el gran tema (quizás el único) del arte. Es decir, el llamado inasible de la vocación.
Incluso cuando la película quiere, por momentos, ir a la denuncia, esa voluntad sin causa termina imponiéndose.