AL OTRO LADO DEL RÍO
De lo más interesante que se está viendo en el 34º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata es, sin duda, la Competencia Argentina y La Botera, ópera prima de Sabrina Blanco, lo confirma. Explorando un espacio marginal tanto para la ciudad como para las representaciones cinematográficas como es La Isla Maciel, nos acerca no sólo una geografía extraña al porteño e incluso al bonaerense sino que nos invita a descubrir una historia singular, interesante y de gran potencia emocional aunque contenida, casi reprimida.
Tati es una adolescente que vive sola con su padre y tiene un sueño: conducir el bote que traslada a la gente de un lado al otro del río. Podría buscarse una obvia analogía con Caronte, quien trasladaba a los muertos a través del río Aqueronte a cambio de una moneda. Pero el bote no representa el paso de un mundo a otro, ni siquiera como cuestión aspiracional a llegar ser clase media de ciudad. Más bien el viaje representa el cambio interno y poder conducir ese viaje, tomar los remos, se torna en autoconciencia y autodeterminación.
Tati quiere tomar las riendas de su vida, quiere pelear por sus deseos, quiere crecer en un entorno hostil en el que ser un niño no representa ni la felicidad ni la inocencia sino que la niñez es el universo de la debilidad, la desprotección. En ese periplo antoinedoinelesco (permítaseme el neologismo) iremos descubriendo a Tati al tiempo que ella misma. La solidez del relato descansa en un guion sutil, complejo y sin fisuras y en unas actuaciones muy naturales, de nivel extremadamente parejo que nos permite sumergirnos en las profundas aguas de su protagonista.
Por Martín Miguel Pereira