Una de las marcas de un buen realizador o realizadora puede encontrarse en su habilidad de manifestar visualmente el tema de la película y las emociones de la protagonista a través de un objeto en concreto. Podríamos emplear muchas palabras, pero de nada sirve la profundidad que puedan encerrar si estas no se manifiestan en algo que pueda ser filmado o grabado.
Akira Kurosawa lo dijo mejor: “Para una verdadera expresión cinemática, la cámara y el micrófono deben atravesar el fuego y el agua. El guion debe poder hacer una cosa parecida.” La metáfora del gran realizador japonés viene a perfecta colación para La Botera: el agua es el duro camino, y el fuego es la protagonista que lo recorre.
Gentilmente a lo largo del río
Si habría una palabra para definir a La Botera sería deseo, pero no solo el deseo sexual típico que encuentra su despertar en la adolescencia, sino el deseo de independizarse, el deseo de valerse por sí mismo. El deseo de ser adulto, en definitiva. Un deseo claramente manifestado en el bote que quiere aprender a manejar.
Sin embargo, lo que separa a ese incipiente adulto (la jovencita protagonista) de los adultos que la rodean es su voluntad de afrontar las consecuencias, de entender que nadie te da nada, que se tienen que afrontar los rechazos y, finalmente, contemplar que si bien todos crecen, no todos maduran.
El bote en cuestión simboliza eso, y hasta podríamos decir más en concreto que simboliza la responsabilidad necesaria para asumir dicha adultez. La protagonista lo desea con todo su corazón, mientras que su padre se deshace de él con total liviandad.
El trabajo de cámara y montaje en La Botera no buscan exquisitez, no buscan llamar la atención, sino capturar las habilidades interpretativas de su elenco.
El contexto presentado en esta película es uno muchas veces esquivado por los espectadores, pero la realizadora nos demuestra que con una buena narración, con un conflicto claro y sostenido que incluye un desarrollo de personaje al cual seguirle la pista, podemos apreciar con más claridad y sin ningún sensacionalismo esta problemática que impera al día de hoy.