Retrato de una luchadora
El cine nacional independiente se ha caracterizado por llevarnos a la gran pantalla contextos donde conviven personajes marginales de una sociedad desigual, como en El Polaquito, El motoarrebatador, El bonaerense, El estudiante y muchísimas otras películas de registro realistas.
El caso de La Botera no es la excepción, si bien es una mirada más personal, resaltan los rasgos clásicos que reflejan miseria, marginalidad, un clima hostil, de un extracto económico de clase baja, los olvidados de siempre, aquellos que se la rebuscan día a día para sobrevivir, la acción en esta ocasión transcurre en la isla Maciel. Nuestra protagonista es una solida héroe, Tati, quien lleva una compleja vida rodeada de adversidades, con mucha carga interna, inmersa en esos primeros umbrales de la adolescencia, donde la inocencia juvenil se expone frente a la vida adulta y la relación emocional y sexual con los hombres.
A Tati le cuesta expresarse y desenvolverse abiertamente, ya que es muy notoria la falta de apoyo femenino en su vida, y a la hora de poder conversar con alguien, su padre es alguien que no encuentra forma de generar un vinculo de confianza con su hija. El desarrollo de la acción es de un ritmo lento en la edición, con un seguimiento continuo de la protagonista, alternando en sitios carentes de atención gubernamental y estatal, típicos de lugares aislados del conurbano bonaerense, aquellos que no se promocionan en spots turísticos,
El estilo planteado por la directora Sabrina Blanco se mantiene siempre dentro del respeto y seriedad para con sus personajes y la realidad que denuncia, sin golpes bajos ni situaciones cursis, más bien hay resoluciones lógicas acordes a lo acontecido, para que no se embarre el pintoresco y difícil andar de Tati, quien a medida que avanza la historia, con idas y vueltas, vaivenes y diferentes obstáculos, empieza a adentrarse en otro plano y etapa de su vida, ganando cierta madurez y dureza, indispensable para poder afrontar la pasión por los botes que esconde en un inicio pero que descubrimos luego.
*Review de Gonzalo Schiffer