El mar, ya sea dentro o por la orilla, ha inspirado a infinidad de obras para hablar tanto de él cómo de otras cosas. Esa relación, esa conexión entre artista e inspiración, es la que quiere profundizar La Boya.
Mar Adentro
La Boya cuenta la historia de su director, Fernando Spiner, quien vuelve al balneario que lo vio crecer para reencontrarse con su amigo, Aníbal, un salvavidas y poeta con el que nadarán mar adentro para cumplir con el simple deseo del padre de Fernando: dejar ir allí una boya.
Este documental, aunque abarca varios tópicos como la amistad y las relaciones familiares, tiene a un solo tema como verdadero absoluto: el mar como fuente de inspiración para diversas artes. Un concepto que la película sabe expresar al poner la cámara en los emocionados rostros de sus sujetos leyendo una poesía o pintando un cuadro.
Posee un rigor analítico adecuado que pone de lleno la gran verdad de que no hay un solo artista que no haya hecho por lo menos una mención en su obra. El metraje no pocas veces incurre en apreciables preciosismos, como mostrar planos del mar en cámara lenta con una de las muchas poesías de fondo. Sin embargo, esto es fuente del que creo es uno de sus pocos defectos a señalar: que ese preciosismo muchas veces haga que los planos y/o las escenas duren más de lo que tengan que durar, haciéndolas moderadamente cansinas.
En materia técnica, la película goza de una gran riqueza visual. El amor por su sujeto y lo que inspira están de lleno en el uso de sus colores y la composición de los encuadres. Una cámara en constante búsqueda, y no pocas veces una exitosa.