Aunque apuesta en muchos casos por elementos, dispositivos y estructuras narrativas que a esta altura ya parecen fórmulas del documental, La casa de Wannsee - Memorias de una familia judía alemana no deja de ser una historia interesante y por momentos incluso apasionante.
Está la directora como investigadora, el uso de la voz en off en primera persona, la utilización de fotos y filmaciones (home movies y de archivos generales) y la indagación en cuestiones familiares. El universo y el enfoque pueden ser similares a los de cientos de documentales de índole autobiográfica, pero el resultado es decididamente particular, único, inimitable.
Todo comienza con un sorpresa, una revelación inesperada: el hijo de la directora decide hacer su Barmitzva. Todo bien, salvo que su familia nunca se había definido como judía, no había celebraciones tradicionales ni rastros de judaísmo en su formación. Conmovida por la decisión del joven, Poli Martinez Kaplun comienza a ahondar en las charlas con su madre y sus tías para luego ir cada vez más atrás y descubrir que, efectivamente, su bisabuelo Otto había sido un filósofo alemán judío y laico, perseguido por el nazismo.
Y no solo descubre eso sino también la existencia de muchísimos registros fotográficos y fílmicos de una familia que se fue escindiendo -casi siempre por persecuciones- de Alemania a Egipto, a Venezuela, a Suiza y -claro- a la Argentina. Y allí aparece como punto de partida de toda esa diáspora, de ese constante exilio, la casa de la calle Wannsee a la que alude el título, ubicada a metros de donde se decretó la Solución Final para todos los judíos de Europa y casi pegada a lo que fue después el Muro de Berlín.
Los múltiples relatos que se van hilvanando a partir de recuerdos que estaban tapados, las diferencias generacionales, los cruces entres distintos sectores de la familia, el tema de la culpa, el desarraigo, la represión, el miedo, las estafas sufridas y la obligación de mentir para sobrevivir son solo algunos de los aspectos que van surgiendo en esta narración sencilla, sin regodeos e inevitablemente didáctica que reconstruye una historia de olvido, dolor y resistencia. Tan personal en sus detalles como universal en sus alcances.