La diáspora itinerante
Ya desde su ópera prima, Poli Martinez Kaplun (pinchar entrevista) se valía de los recuerdos de Lea y Mira (pinchar crítica), sobrevivientes del Holocausto que rehicieron sus vidas en Argentina, para bucear desde otro lugar no histórico una época muy singular para su propia historia y en la que vale mucho más el testimonio vivo que la fría descripción de acontecimientos atroces o situaciones extremas donde se ponen en juego el instinto, la voluntad y esa irrefrenable sensación de que en algún momento la rueda de calamidades se frenará.
Es por eso que el disparador de su nuevo documental toma como punto de partida su propio momento, su necesidad de búsqueda de memoria familiar y la inquietud por interpelara a sus más allegados afectos, aunque también de interpelarse a través de un diálogo intertextual con su propio proyecto de filmar y registrar cada paso de un viaje que parece interminable.
El viaje de la realizadora conecta directamente con las secuelas invisibles de la diáspora judía. La sensación palpable a medida que avanza por las estaciones del recuerdo con el tren de la memoria en primer término dejan reflejada la dispersión de familiares con diferentes historias que encuentran un nexo en común: el judaísmo y Alemania como expresión de un contraste, y también de identidad que se va transformando cuando la necesidad de erradicar todo rasgo judío se lleva en las venas.
Pero si hay algo que predomina en este vaivén de recuerdos, charlas y visitas de espacios con enorme impacto emocional para la directora y su entorno más cercano es una casa de su abuela (la casa del título del film) en el corazón de Alemania y que tiene una enorme riqueza afectiva para todos los involucrados en esa historia que comienza con los nazis, muta en las forzadas migraciones hacia América, Europa, entre otros rincones, y decanta en reflexión sobre la historia familiar, los secretos, la alegría de saberse sobreviviente y un sinfín de preguntas que lejos de responderse abren enormes caminos para seguir bifurcados sin la idea de clausura o punto final de una gigante travesía, que tiene como punto de partida la fuga y como punto de llegada la resiliencia.