Este es un documental que consigue casi todo los objetivos que se propone y con elegancia e inteligencia logra introducirnos en un mundo que ya no es.
El documentalista José Luis García, responsable de la extraordinaria película Cándido López, los campos de batalla propone una vez más un viaje al pasado en su nuevo trabajo La chica del sur. Un viaje a la textura del VHS, a otra coyuntura política e histórica, un traslado a la Pyongyang, capital de Corea del Norte, de 1989, apenas meses antes de la caída del muro de Berlín.
Alemania continuaba dividida, Cuba era próspera, la URSS gigantesca y la amenaza de una guerra mundial continuaba latente. Entonces Pyongyang recibió a las juventudes de izquierda del mundo y un muy joven José Luis García apareció allí con su cámara de Súper VHS casi como un paracaidista, según su propio relato, dispuesto a grabar postales de las antípodas, últimas imágenes de un mundo que estaba a punto de cambiar.
Sorpresivamente ese encuentro político tuvo a una protagonista excluyente, se trata de Im Su-kyong, la chica del sur del título. Una estudiante surcoreana que atravesó medio mundo para desandar los pocos kilómetros que separan a Seúl de Pyongyang. La presencia de esta chica y su discurso ferviente que propone la búsqueda de la unidad de Corea fueron un símbolo del encuentro y una inspiración para los jóvenes norcoreanos.
Además de las imágenes de un mundo viejo en el que muchos jóvenes de todos los rincones del globo soñaban con un mundo más igualitario (que tuvo su correlato en las prácticas totalitarias de algunos gobiernos de izquierdas) el film también ensaya una semblanza de Im Su-kyong desde el presente.
El interrogante que moviliza este documental es ¿que fue de la vida de Im Su-kyong? y es esa duda la que empieza a responder José Luís García a través de una fuerte investigación que termina con su segundo viaje a Corea, esta vez a Corea del sur en busca de esa mujer que veinte años antes fue conocida como la flor de la unificación. Ella sufrió las consecuencias de su viaje a norcorea con la cárcel, y otras penas más profundas que intentó mitigar con un período de ostracismo.
Y allí va el director, una vez más a las antípodas, para retratar la vida de esta mujer en su rol de docente universitaria y periodista dos décadas después. Hoy ella es una mujer igualmente dinámica que se desempeña entre la universidad y la radio.
La chica del sur es un documental que consigue casi todo los objetivos que se propone. Cuenta esta historia con elegancia e inteligencia y logra introducirnos en un universo que ya no es. En ese pasado de ribetes idílicos para después mostrar pequeños apuntes de la Seúl de hoy y sobre el intento de acercamiento entre las dos coreas producido hace algunos años (y en el que Im Su-kyong tuvo una destacada participación).
Pero el mayor problema, seguramente el único importante y por ello muy notable es que el director intenta a lo largo de todo el filme entrevistar a su protagonista, y cuando finalmente lo consigue “rompe el hielo” con una pregunta entre mal formulada y desafortunada que incomoda fuertemente a Im Su-kyong y de la que García no retrocede volviendo a esta entrevista inviable. Seguramente hubiera sido más interesante conocer el pensamiento vivo de esta destacada mujer que ver esos escasos minutos incómodos para el protagonista, para el realizador y para el público. Por lo demás La chica del sur es un filme notable que merece ser visto una y otra vez.