La flor de la reunificación
Pintoresco documental sobre una mujer y una inquietud. Im Su-kyong causó en 1989 un revuelo en la dos coreas de Asia, su pasión por la re-unificación conmocionó a muchos incluido al realizador de esta película quien siempre la siguió con interés y luego de 20 años viajó a Corea para encontrarla. Un relato apasionante sobre el paso del tiempo, el fin de las utopías y sobre todo, el peso y desgracias de ser un figura pública.
Desde aquel viaje filmado con su cámara Súper VHS, García quedó fascinado por aquella fuerza revolucionaria poderosa de la joven proveniente de Corea del Sur cuyo conmovedor discurso pacifista y pro-unificación desafiaba a la realidad de ambos países. Una vez presentada como ícono de protesta política y bautizada como "La flor de la reunificación" uno entiende y comparte la fascinación del realizador por esta joven. Su llegada significaba un brote de esperanza. Sin embargo, luego de veinte años se convirtió en otra persona. Toda su pasión se extinguió y solo queda ese sueño roto que ahora desparrama cierta melancolía al no haber cumplido con las expectativas. Es a través de los encuentros y algunas charlas con otros residentes donde se puede vivenciar en parte todos los detalles que implicaron en Im Su-kyong para ser la trágica persona que es ahora.
Así como se trata de la vida de una persona también es un relato del realizador y su impresión sobre ella. En cierto modo es un documental sobre su propia realización. La búsqueda e investigación de García y su amigo, mitad argentino mitad coreano, es por si sola muy atrapante y es la linealidad de su concepción lo que continuamente depara sorpresas o decepciones. A través de ellos uno comparte su intrincada labor para poder sacar una entrevista y como en cada encuentro debían sortear todo tipo de evasivas para conocer algo de ella. No es casual, como la aparición del propio García en pantalla termina siendo todo un acontecimiento para la trama, ya que en ella sucede finalmente el encuentro tan deseado.
El inconveniente con el documental es la mirada particularmente turística que adquiere por momentos el relato. En todas las diferentes instancias de la película hay situaciones donde la trama no avanza y se pausa su desarrollo. En las imágenes de 1989 están los distintos viajes por Corea del Norte, en el reencuentro aparecen demasiadas salidas con Im Su-kyong que no dicen nada e incluso en el breve lapso de Buenos Aires hay una salida con ella paseando a un perro que no aporta nada. Cada una de estas escenas traban el progreso del documental haciéndolo por momentos muy trabado.
"La chica del sur" termina siendo una película llena de sorpresa donde el realizador logra trascender las recetas del documental para terminar creando un retrato fiel a sus protagonistas. Las múltiples aristas de la historia son llevas con gran capacidad y el espectador es atrapado por la elocuencia, calidez y naturalidad de los acontecimientos.