Una voz en off sorprende y -por alrededor de cinco minutos- la imagen de este documental, ópera prima de Milton Rodríguez, no aparece pero el efecto le da legitimidad al orador y permite una escucha más efectiva por parte del espectador. De ahí en más se irán sucediendo entrevistas con la fórmula del documental clásico a familiares, periodistas y músicos de la talla de Rubén “Mono” Izaurralde, Peteco Carabajal y Verónica Condomí, entre otros, que nos sumergirán en la vida del “Chango” Farías Gómez, cuya genialidad trascendió los límites de la música popular argentina -en este caso, del folklore- utilizando arreglos que venían del flamenco, la música cubana y una especial mixtura entre lo eléctrico y lo acústico. Luego de haber formado la banda Los Huanca Hua, donde aparece por primera vez el elemento polifónico en el folklore, prosigue hasta formar Grupo Vocal Argentino. Los protagonistas aluden constantemente a su calidad de genio. Es destacable la imbricación de la vida del Chango con la historia argentina, quizás la mejor conquista de Rodríguez. Un parate se produce en el documental hacia 1976, cuando el golpe de estado obliga a varios músicos, entre ellos el Chango, a exiliarse en España y Francia. Como víctima del destierro, el Chango debe arreglárselas como pueda, y tocar su música en los metros fue una de las formas de hacerlo. Luego del horror, el silencio y la tortura, Farías Gómez decidió volver para tomar las riendas de una Argentina recortada, donde en palabras de su hermana “musicalmente se tuvo que empezar de nuevo”. Este nuevo comienzo estuvo acompañado de la creación de Músicos Populares Argentinos. Rodríguez sabe cómo crear empatía con su público y lo hace mediante el mecheo de temas del Chango en el documental, los cuales dejan a los protagonistas escuchando. Como aquel tema que tocó en 1983, con la vuelta de la democracia, donde repite “cantar todas las verdades, o aunque sea lo que se pueda”. También funcionan en el documental las superposiciones de imágenes y dos momentos claves: una muestra de la Orquesta Clásica Argentina y un baile de la mano del equipo de danza de Pajarín Saavedra. Ambos instantes se apartan de la fórmula del documental clásico, al igual que la súplica del director “cierre los ojos y escuche”, que resume la idiosincrasia por la cual el Chango se convirtió en un músico virtuoso y vanguardista. Si bien no era la decisión de Milton Rodriguez, el documental, que exuda una bellísima fotografía, se vuelve un poco didáctico. Pero deja un buen sabor en la boca y permite entender que la cultura hegemónica europea puede trastocarse, que la música debe apostar siempre por las raíces y por lo nacional y vencer las fronteras entre lo popular y la alta cultura, algo que el Chango consiguió enormemente.
El rescate de la vanguardia Hace unos años que el Chango Farías Gomez falleció, pero su impronta y presencia como el gran renovador de la música popular sigue vigente. En el film La del Chango (2014), un documental homenaje de Milton Rodriguez, ciertas elecciones por parte del realizador hacen que el juego ausencia/presencia de Farías Gomez logre un dinamismo particular en la manera de narrar. Con un arranque sorpresivo, con el protagonista ausente, narrando en off sobre pantalla en negro el origen del Festival del Folklore de Cosquín, se fija la tendencia que Milton Rodriguez elegirá para homenajear al músico, nunca lo va a mostrar con imágenes de archivo, y construirá su imagen a través de las verborrágicas entrevistas a músicos, cantantes, periodistas y familiares, que tuvieron contacto con él. En eso de no mostrar al protagonista está la clave de La del Chango, porque al transcurrir los minutos la idea que se construye sobre el artista y la presencia e incorporación de algunos temas de su autoría, superan el mero registro documental (aunque en el inicio Milton Rodriguez incorpora con trazos gráficos la idea de “audiograma cinematográfico”) y se genera algo completamente diferente. La inmediata necesidad que se produce posterior al ver la película de buscar imágenes de archivo sobre el músico, es la clara respuesta del efecto generado a lo largo de la casi hora y media que dura el largometraje. Las descripciones adjetivas que se despliegan a través de las entrevistas del estilo “orfebre de los sonidos”, “era el Astor Piazolla del folklore”, como así también el repaso de la situación particular que le tocó vivir en la época de la dictadura, en la que fue tildado de “músico gremialista” por su afinidad al peronismo, pintan de cuerpo entero a un ser que intentaba salirse de la media de manera natural. Rodriguez apoya en algunas oportunidades los conmovedores relatos con alguna imagen de archivo que refuerzan el sentido de la palabra de los entrevistados. Eso sí, si se utilizan registros de presentaciones se lo hace a través de la mediatización de otro soporte, por ejemplo, en una presentación televisiva del grupo “Músicos populares argentinos” (formación con la que trabajó luego de volver de su exilio en Francia) que se la incorpora pero filmándola directamente de la pantalla del televisor. Farías Gomez sobrevuela la película, pero nunca de detiene en ella, sus entrevistados lo amaban y lo siguen recordando con alegría y con el respeto que siempre le tuvieron, y por eso se explica uno de los momentos más emotivos de La del Chango en el que a cada uno de los participantes se les hace escuchar “Maturana”, registrando Rodríguez las expresiones y el detalle de sus rostros. No hace falta decir nada. Un homenaje sincero y llevadero con una estructura clásica del relato, pero que en la negación del cuerpo del protagonista, en esto de no mostrarlo, se logra construir aún con más fuerza la imagen del objeto de estudio de la película que nunca se ve.
La vanguardia es así Nada más apropiado que apelar a la música y a la sensibilidad de quienes escuchan para resumir en este documental, homenaje a la figura del Chango Farías Gómez, La del Chango (2014), ópera prima de Milton Rodríguez, que si bien transita por la estructura del documental clásico, que suma cabezas parlantes para avanzar en el retrato del músico, también adopta la dialéctica ausencia presencia como hilo conductor. En dos escenas se resume toda la idea: al comienzo, por más de cinco minutos la pantalla en un absoluto negro, la carencia de imagen enfatiza el propósito que el espectador focalice su atención en lo que escucha. En este caso, un testimonio que retrotrae a los comienzos del festival folklórico de Cosquín. Y desde ahí, más allá de la anécdota, la marca de un punto de inflexión y la divisoria de aguas entre la tradición del folklore frente a la idea embrionaria de adoptar nuevas maneras de interpretación.
PARA HOMENAJEAR A EL CHANGO FARIAS GOMEZ Es la opera prima de Milton Rodríguez, que se estrena coincidiendo con el quinto aniversario de la muerte de El Chango Farias Gomez. Un homenaje sincero, llevadero y por sobre todo merecido. Todos los que dan su testimonio tratan de darle la enorme dimensión como músico y arreglador , un hombre que adoraba la innovación, las mixturas, la investigación. Las formaciones que invento, su última orquesta, el exilio, la necesidad de cambiar, los recuerdos de su hermana Marian. Un recorrido amoroso por la carrera de un creador sin igual.
Homenaje a un grande del folklore argentino Juan Enrique Farías Gómez, más conocido como “El Chango”, fue uno de los grandes nombres del folklore argentino. Con sus arreglos logró emparentarlo con los más diversos géneros musicales y le otorgó otra dimensión a la música popular argentina. Estos incluyen el Rock, Jazz y hasta el Flamenco. Este film nace en base a testimonios de familiares, periodistas, artistas y aquellos que trabajaron con él quienes cuentan cómo lograba llevar esas fusiones adelante. Hace cinco años que el Chango Farías Gómez falleció y aunque es muy difícil hacer un documental sobre un fallecido que no caiga en un homenaje solemne de la figura que ya no está, en este caso el debutante Milton Rodríguez demuestra lo contrario. El principal acierto es que la película logra crear un retrato a partir de esos testimonios, es decir que no se queda segmentado en que cada persona cuenta una anécdota diferente sino que entre todos logran unirse como si fuese un relato colectivo, no es que no las haya sino que logra buscarle la vuelta para no hacer un relato denso. Entre las que hay se cuentan anécdotas de cómo se ganaba la vida con su instrumento cuando tuvo que exiliarse en Europa durante la dictadura militar argentina. La del Chango es una grata sorpresa que no solamente le va a gustar a los que estén familiarizados con la obra de Farías Gómez sino a todos aquellos que quieran ver un documental entretenido y muy bien dirigido, que además de presentar sus respetos es una verdadera carta de amor a la música. Aquellos que quieran conocerlo deberían buscar el programa “Encuentro en el Estudio” donde con su Orquesta Popular de Cámara hizo alguna de las canciones más emblemáticas del folklore nacional, todas ellas con sus arreglos característicos.
Soy de los que sostiene que nuestro pueblo tiende peligrosamente, en la vorágine de estos tiempos modernos, a perder la memoria en forma veloz y extraña. Olvida a grandes talentos y elige la comodidad de vivir a través de lo que imperante cultura mediática le ofrece a raudales. Y es ahí donde nos olvidamos de los tipos que hicieron la diferencia en el mundo de la cultura. El Chango Farías Gómez fue uno de ellos. Ustedes dirán, pero...”si era sólo un músico”. No señores. Este maravilloso cantautor no es reconocido sólo por su trayectoria grupal sino por lo que generó como aglutinador de talentos y motor de nuevas asociaciones musicales. Farías Gómez fue el creador de MPA (Músicos Populares Argentinos) cuando retormó de su exilio en España, motivado por su persecusión política durante la última dictadura militar. Además de su brillante carrera como intérprete, fue también funcionario público y creador del Ballet Folklorico Nacional. Aquí tenemos entonces un homenaje, pensado y llevado a la práctica por Milton Rodríguez, film documental que se nutre de jugosas anécdotas, caracterizaciones y aportes que configuran una matriz tentativa de lo singular que era el Chango y cómo su accionar, cambió para siempre la vida del folklore. No soy fan del género, pero la investigación logra conectar (por la riqueza del personaje) con el espectador, quien va reconstruyendo nota a nota, la melodía de un músico increíble, abierto y querido por todo el medio, hacedor de caminos y concretizador de proyectos novedosos. Su pensamiento parecía disperso, dada la cantidad de variables que lo atravesaban (eso nos dicen las palabras aquí registradas), pero él era capaz de bajar y materializar aquello que quería transmitir. Ese patrón particular, era la manera en que resolvía los constantes desafíos que le proponía su propia energía y aparece reflejado claramente en esta cinta. Tenemos en este doc, testimonios muy valiosos, desde Jaime Torres hasta Peteco Carabajal. Escucharemos también a Manolo Juarez, Antonio Tarragó Ros y Manolo Juarez, dentro de algunos de los que aportan su voz para recordar al Chango. La atmósfera y edición están cuidadas y los fragmentos musicales, aportan calidez y color al material que se despliega. Si te gusta el folklore, esta es una buena oportunnidad para acercarte a un grande al que no debemos olvidar. Y si no, es una gran oportunidad para concerlo.
A PURA MÚSICA La pasión por la música popular ha sido fuente de inspiración para documentales como De Ushuaia a la Quiaca, El silbador-Gustavo Leguizamón, Mercedes Sosa- Cómo un pájaro Libre, Los Carabajal, por nombrar solo algunos. Ahora es el turno del maestro Chango Farías Gómez que hizo del folclore lo que Piazzola al tango, una renovación estilística que enriqueció las raíces de nuestra música. A cinco años de su partida, la ópera prima de Milton Rodríguez es un sincero y cálido homenaje al aporte de un hombre que supo hacerse camino. A través de entrevistas a familiares, periodistas, destacados músicos y artistas como Jaime Torres, Peteco Carabajal, Antonio Tarragó Ros, Koky y Pajarín Saavedra, entre otros, se va construyendo cronológicamente su carrera artística. Más allá de algunos datos biográficos, la película destaca la búsqueda del músico que encontró influencias musicales, nuevos ritmos e instrumentos para aportar otras texturas y sonidos al folclore. Así, introdujo complejos arreglos vocales, polifonía de voces y onomatopeyas para marcar el ritmo. El documental intenta escaparse de ciertos formalismos típico de los trabajos bio-musicales. De esta forma, inicia con fondo negro un audio de Farías Gómez, donde relata durante cinco minutos los inicios del folclore en Cosquín y su debut en el primer grupo que integra: Los Huanca Hua. Por más interesante que resulte el relato, el recurso desorienta al espectador que espera la aparición de la imagen o de algún título de presentación. Sin embargo, éste inicio marcará, a lo largo del documental, la tendencia de enfatizar el plano sonoro sobre el visual, como si lo que importara, verdaderamente, sea la música más allá de la imagen. Siguiendo esa premisa, hacia el final del film, se inserta un rótulo en el que se lee “cerrar los ojos y escuchar el tema de fondo”. Por el mismo motivo, hay pocas imágenes del Chango, apenas una foto de joven, un retrato e imágenes de archivo de dos presentaciones televisivas junto a su grupo. Esa ausencia no hizo más que enriquecer su figura. El novel director conoció a Farías Gómez y fue testigo de muchos encuentros musicales. Una experiencia que denota la admiración y la necesidad de transmitir, a través de cada uno de los entrevistados, el detalle minucioso de su obra con algunos tecnicismos musicales, que llevará al film a una duración demasiado extensa y reiterativa por momentos. Vale destacar, la coreografía de los hermanos Saavedra basada en un tema del Chango y, otra escena donde, a través del montaje, se unifica los gestos de los entrevistados mientras se escucha de fondo el maravilloso tema “Maturama”; un aporte de creatividad y emotividad al género. Y como de folclore se trata, la cita de un gran maestro va de cierre: “El Chango Farías Gómez es el único capaz de ponerle mostaza al asado y que no pierda el gusto”. Atahualpa Yupanqui. LA DEL CHANGO La del Chango, Argentina, 2014. Dirección: Milton Rodríguez. Sonido: Nicolás Payueta. Montaje: Florencia Gómez García, Sebastián Mega Díaz. Fotografía: Victoria Pereda. Voice Over: Alejandro Sienczuk y Chango Farías Gómez. Duración: 95 minutos.
El Chango y su espíritu innovador Através de numerosos testimonios de músicos, periodistas y allegados, este clásico documental de cabezas parlantes recuerda la obra y la personalidad de un músico realmente singular, el Chango Farías Gómez, fallecido en 2011. A lo largo de su extensa carrera con Los Huanca Huá (aquel grupo vocal nacido en los 60 del que Atahualpa Yupanqui dijo con mucha gracia que "uno cantaba y los otros cuatro le hacían burla"), el Grupo Vocal Argentino, Músicos Populares Argentinos (MPA) y La Manija, Farías Gómez exploró los límites del folklore argentino, incorporando elementos del flamenco y la música centroamericana, poniendo especial énfasis en lo rítmico y usando una instrumentación inusual para el género (guitarra eléctrica, sintetizadores, percusiones de raíz africana), lo que generó algunos reproches de los conservadores y finalmente un gran reconocimiento a su espíritu innovador. Se dice que el Chango Farías Gómez, cuya militancia política lo obligó a exiliarse en la época de la última dictadura militar argentina, era al mismo tiempo severo y amoroso, que tenía un don natural para aunar distintos estilos en un proyecto común, que produjo en la música popular argentina una revolución cuyos ecos aún resuenan. Y este documental, plagado de voces que lo confirman, no hace más que dejarlo establecido definitivamente.
Crítica realizada durante el BAFICI 16. La del Chango, así cómo suena, es la película sobre el Chango Farías Gómez, que para muchos habrá pasado desapercibido por no escuchar música folklórica, o quizá como sucede con varios artistas que alcanzan la verdadera popularidad, terminando en las sombras de su propia creación. Así Marcelo Panozzo, director artístico del BAFICI, presentó la película con el equipo presente diciendo que cuando la había recibido no entendía cómo nadie había hecho antes una película sobre él. Música y cine. ¿Cómo hacer una película sobre otro arte? Resulta una pregunta válida a la hora de sentarse a ver algo relacionado con la literatura, la música y la pintura. Muchas veces sucede que aquel arte al cual se hace referencia busca tener una preponderancia superior a los recursos cinematográficos deviniendo en desastres varios y snobs orgullosos, pasa. Quizá al mostrar música en el cine sea más sencillo por la facilidad en que se unen la imagen con el sonido aunque también sobrevengan otros problemas como lograr que un documental sea los suficientemente interesante y pueda sostenerse sin caer en la típica entrevista al protagonista o una serie de videoclips -que tampoco está mal pero ya que estamos en el BAFICI le ponemos un poco más de ganas. La del Chango hace una reconstrucción de la vida y obra del música a través de las personas que lo conocieron y trabajaron con él como Antonio Tarragó Ros, Jaime Torres y el Mono Izaurralde, entre otros en una sucesión de entrevistas que poco tienen de anecdóticas a la hora del montaje en donde plano a plano se construyen escenas que encierran bloques bien definidos manteniendo la tensión. Esta es una la grandes virtudes de la opera prima del director, Milton Rodríguez y de los montajistas. ¿Quién es quién?: Poco hay de material de archivo del propio Chango en pantalla y pareciera innecesario reclamar más porque es su figura la que está retratada de punta a punta en la película a través de los relatos y la música, a pesar de que no se lo vea está con una presencia total pero no abrumadora. ¿Para qué construir una imagen con lo que ya hay de esa persona si alguien es, también, lo que los demás ven de uno? Ahí es donde La del Chango muestra una voz y una decisión estética muy fuerte al entender a las personas como resultados de la interacción con los demás y lo que todo eso deja. El legado del artista es quizá el tema que da nacimiento y cohesión al relato a lo largo de la película llevado adelante por quienes más de cerca lo sintieron. Al final todos los músicos entrevistados tocan juntos sin el Chango, ese cierre no es gratuito, el propio documental manipula y domina la situación prometiendo cosas que luego suceden pero no de la manera en que uno está acostumbrado. El legado del Chango Farías Gómez es su música por lo tanto y más allá del personaje que a priori uno espera ver terminando resultando una petición banal. Conclusión: Una ópera prima realizada con un bajo presupuesto sobre un artista de enorme importancia merecía un lugar destacado en la programación del festival y así fue. Más allá de disfrutar de las historias y de la música, me encontré un rato después pensando todas estas cuestiones acerca de la definición de una persona y encuentro en La del Chango algo con lo que siempre acordé que es la propia obra la que nos da nuestro lugar en el mundo y bien expresado está en la película.
By Pablo Suárez For the Herald Points: 5 La del Chango, the debut feature of Argentine filmmaker Milton Rodríguez, is a documentary that focuses on Chango Farías Gómez, one of Argentina’s most important musicians ever. His professional musical career started in 1960 when he created the legendary group Los Huanca Huá, which back then was very innovative within the scenario of Argentine folk music. A few years later he founded the Grupo Vocal Argentino, regarded by some critics as the best vocal group of Argentina’s musical history. With the arrival of the infamous military dictatorship in Argentina in 1976, and just as was the case with so many other artists persecuted because of their ideologies, Chango Farías Gómez, a devoted Peronist, had to exile in Spain. But he returned to Argentina in 1982, right before the end of the dictatorship. Soon enough, in 1985, he created Músicos Populares Argentinos, and while serving as National Director of Music under the administration of former president Carlos Menem, he founded the renowned Ballet Folklórico Nacional. Last but not least, during the 1990’s he created yet another group, La Manija, which particularly explored the African and Hispanic roots to be found in Argentine music. And this is only a small part of a large universe. Through a string of testimonies given by journalists and relatives as well as artists such as Jaime Torres, Oscar Alem, Peteco Carbajal, Verónica Condomí, Antonio Tarragó Ros, the Koky Brothers and Pajarín Saavedra, the documentary La del Chango draws a multifaceted, informative and detailed portrayal of its subject, both in terms of his persona and his music. That much is achieved. Unfortunately, and unlike its content, the documentary’s film form is not what you’d call appealing. Usually referred to as "talking heads documentaries", these films’ entire narrative is articulated through a series of snippets of interviews of people talking endlessly to the camera — usually in close-ups or medium shots. Though there are some zones in Milton Rodríguez’s opus that feature music sessions, those are the exceptions to the rule. So after a while, and regardless of how interesting their words are, you are listening to the film rather than watching it. And it gets tedious in a matter of minutes. Including archive footage, audio recordings, TV clips, or centrefolds from magazines from the time would’ve been very conventional too, but at least the film would’ve been considerably more dynamic and slightly more cinematic. As it is, the overall cinematography or sound design are merely functional, they don’t express any feelings or notions at all either. It’s too bad that the formulaic La del Chango doesn’t do justice to the extraordinary Chango Farías Gómez. Production notes La del Chango (Argentina, 2016) Directed by Milton Rodríguez. Cinematography: Victoria Pereda. Editing: Florencia Gómez García, Sebastián Mega Díaz. Sound: Nicolás Payueta. Running time: 98 minutes. Limited release: Gaumont. @pablsuarez
QUE HABLE LA MÚSICA Para La del Chango, el director Milton Rodríguez toma la figura del Chango Farías Gómez, poniendo lo que realmente importa en primer plano con notable claridad: la música. Lo hace desde un documental que a pesar de una estructura con recursos clásicos y recurrentes se focaliza en acercar la música desde un perfil que por momentos se podría considerar didáctico. Allí reside uno de los puntos altos del documental sobre la figura del folklore fallecida en el 2011: los testimonios ilustran sobre la obra del Chango desde la maraña de géneros y subgéneros con los que fue conformando su sonido, profundizando en los rasgos que definen ese sonido. Precisamente, decir que es la música la que habla de la figura del Chango no es casual, su imagen aparece rara vez entre el material de archivo con el que se construye la película. Mucho más frecuente es el uso de la voz en off, que es particularmente resonante tanto en la introducción como en el epílogo del film, definiendo tanto al folklore como su filosofía a la hora de componer música. La claridad de las palabras y el concepto que ilustra realzan el valor de la ópera prima de Rodríguez, al permitirnos adentrarnos en la razón por la cual su perfil es vanguardista, incorporando instrumentos, ritmos y melodías extraños al folklore que se tenía por tradicional y apostando a una renovación que atraviesa décadas signadas también por los procesos históricos que, entre otras cosas, lo llevaron al exilio. Por otro lado, su historia aparece reforzada por los testimonios de figuras del folklore, siendo las palabras de Jaime Torres, Rubén “Mono” Izaurralde, Peteco Carabajal y Antonio Tarrago Ros las que enriquecen mejor las aristas del protagonista que describen. Teniendo en cuenta la ausencia de su imagen en gran parte del archivo visual que se utiliza, es mérito del documental que una vez finalizado el relato lo tengamos tan claro. Otro mérito que mencionábamos es el perfil didáctico que por momentos tiene el documental: no se habla crípticamente de tiempos, ritmos o géneros sin que la idea se refuerce con la música, hay multitud de ejemplos de esto pero el más notable es la secuencia donde letras en una pantalla negra nos piden que cerremos los ojos y escuchemos El pajarillo. Esto viene a cuenta de cómo se explicaban las influencias de la música española en la composición de la que esencialmente es también una cueca. Quienes nos aproximemos a la música sin tanto conocimientos de cuestiones técnicas agradeceremos este detalle que indudablemente nos aproxima a las virtudes del Chango. Un tanto esquemático desde su propuesta y quizá algo extenso, pero con testimonios de una indudable riqueza y rasgos de originalidad en la forma en que está encarado, La del Chango muestra a un director promisorio con ideas claras que dejan entrever un relato cohesivo.
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