En su cuarto film, La desaparición, el director rumano Constantin Popescu narra el declive familiar y personal de un padre de familia cuya hija desaparece de repente.
Para entender la finalidad de la obra de Popescu es necesario saber el significado del título original: Pororoca. Una onomatopeya que deriva de la lengua tupí-guaraní y que hace referencia a una temible ola que recorre el Amazonas desde su desembocadura en el océano Atlántico río arriba. Un fenómeno intenso con mucha fuerza y poder de destrucción. Pororoca se traduce como gran estruendo. Su ruido predice su fuerza. Es ensordecedor.
La película tiene su propio “gran estruendo”, con el correr de los minutos elabora el clima exacto para desencadenar ese momento. Pero primero hay que ir a los hechos. El motor del relato es la desaparición de María, la hija menor de Tudor Ionescu (Bogdan Dumitrache) y Cristina (Iulia Lumanare). La pequeña desaparece en un parque cerca de su casa y al cuidado de su padre. Lo que sigue es el clásico protocolo para estos casos, colaborar con la policía para iniciar la búsqueda, pegar carteles en las calles y tratar de mantener la normalidad en la vida de su otro hijo, Illie.
La incapacidad de sobrellevar la pérdida familiar y las escasas pistas en la búsqueda policial son los desencadenantes del lento descenso a los infiernos personales de Tudor, que se verá envuelto en la desesperación, consumido por el dolor y la duda. Paralelamente a su caída, su familia se ira deshaciendo frente a sus ojos, aniquilando por completo la esperanza de recuperar el equilibrio perdido. Tudor queda solo y es dentro de su soledad donde encuentra su liberación. Una liberación violenta impulsada por una reacción brutal que supone ser el último punto de su existencia. Ese momento explosivo es la Pororoca. La fuerza del estruendo es tan grande que es imposible olvidar el impacto que genera la secuencia final.
Con un registro muy realista, Popescu se apropia de extensos planos generales y un buen uso de cámara en mano para momentos de tensión. La desaparición cuenta con un elemento imprescindible: la interpretación de Dumitrache que envuelve a su personaje de fuerza, sentimentalismo y la desesperación exacta en todo el trayecto. Desde el principio hasta el desenlace, toda la esencia de la película recae en las miradas y acciones de Tudor. En cuanto a la estructura, plantea los eventos dramáticos al inicio y al final, lo que hace que toda la parte del medio resulte extensa y por momentos tediosa. La larga duración del film es lo único que se le puede criticar, pero al mismo tiempo cada minuto cuenta para su resolución.