Una angustia insoportable
El cuarto largometraje del realizador rumano Constantin Popescu, tras su paso por la televisión, es un film desgarrador sobre la desaparición de una niña en un parque y la angustia de su familia ante el paso de los días sin ninguna pista ni noticia. La Desaparición (Pororoca, 2017) analiza la lenta desintegración de una familia perfecta y feliz a partir de la desaparición de la hija de un matrimonio con dos niños pequeños. Mientras que la madre, Cristina (Iulia Lumânare) pasa de la tristeza a la ira canalizada hacia su esposo por haber perdido a María, el padre, Tudor (Bogdan Dumitrache), se sumerge en la culpa y comienza a investigar por su cuenta ante la falta de respuestas por parte de la policía.
Con extraordinarias actuaciones de todo el elenco La Desaparición deconstruye los gestos de los personajes y examina sus emociones para indagar en el proceso de desgaste de las inhibiciones racionales ante un acontecimiento traumático, en este caso, la pérdida sin rastros de un hijo delante de uno de los padres. Popescu utiliza invasivos primeros planos para adentrarse en la psiquis de los personajes y así advertir la evolución de sus reacciones ante la angustia, que cada vez se hace más grande e intolerable.
El film denuncia también la incapacidad policial para encontrar pistas, la completa falta de tacto y de sensibilidad para tratar con los devastados padres e incluso con el hermanito de la niña perdida y la insuficiencia de contención por parte del Estado ante una situación de gran dolor, pesar y principalmente, impotencia. Justamente esa impotencia lleva a Tudor a adentrarse en su dolor para imbuirse de él y tomar valor para finalmente perder los estribos. Como su nombre original lo indica, pororoca (una palabra portuguesa que indica un fenómeno que se produce en la cuenca del Amazonas de fuertes mareas contracorriente acompañadas de grandes olas), el protagonista, Tudor, va encontrándose sin darse cuenta arrastrado por una corriente que lo lleva a acusar y acosar a un hombre que asiduamente va al parque solo, para finalmente confrontarlo. Popescu maneja las emociones lánguidamente, generando gran tensión, para conducir a sus personajes a través de las corrientes que los halan hasta un estallido previsible para todos menos para ellos mismos.
La Desaparición es así un film con dos claros puntos de quiebre que marcan la acción y definen la suerte de los protagonistas. Con un gran trabajo sobre las emociones, la obra del director y guionista rumano lleva al espectador hacia un lugar sombrío y desesperante que lo deja sin armas ante la dura realidad, poniendo el dedo en la llaga de una de las cuestiones más sensibles de nuestra paranoica sociedad híper desamparada, devolviéndole al espectador una imagen de sí mismo y de su propia congoja.