Dos que alguna vez fueron amigos en un pueblo chico, en la infancia y la adolescencia, vuelven a encontrarse por azar en la ciudad. Se juntan a reconocerse, pero el tiempo no pasa en vano y las personas hacen, cada una, su propio camino. Con delicadeza, con humor y con buen oído para los diálogos cotidianos, Marcos Rodríguez crea una fábula sobre el paso del tiempo, lo irreversible y la empatía que vale la pena conocer.