Los vecinos están molestos
Y siguen las remakes de films de terror de décadas pasadas. Ahora le toca a La epidemia, nueva versión de The Crazies (1973), un film clase B del especialista George A. Romero, que casi 40 años después colabora en el guión e invierte dinero en la producción. Cabría plantearse si el género tiene algo nuevo que decir en relación con las innovaciones que desde fines de los ’60 produjeron cineastas como Carpenter, Raimi, De Palma o el citado Romero, responsable de la seminal La noche de los muertos vivos (1968). La respuesta sería ambigua porque La epidemia, sin construir un argumento original, vuelve al tema de la contaminación química de un pacífico pueblo en Iowa, razón por la cual de un día para el otro los habitantes (casi todos) sufrirán alteraciones mentales y físicas y se transformarán en seres violentos para sorpresa de algunos pocos, como el sheriff y la doctora del pueblo (que conforman una feliz pareja y esperan un hijo), el asistente de aquel y una joven empleada.
Ya está, parece decir el director Eisner: con estos cuatro personajes y el marco de un pueblo casi fantasmal, ocupado por vecinos desquiciados en actitud zombie se tiene una película como esta. Y es más que suficiente con las cuatro o cinco escenas que provocan sustos, los consabidos excesos gore (destripes, mutilaciones, baldazos de sangre), las persecuciones habituales, algún guiño cinéfilo y una elemental crítica a un sistema político y social que contamina el medio ambiente.
Padecer ese paisaje desolado y ocupado por extraños seres, donde un par de días atrás los habitantes se saludaban y conocían entre sí, ahora transformado en un lugar desolado, sin salida y en el cual alguien te puede esperar con un hacha en la mano a la vuelta de la esquina, parece ser la fórmula ideal para construir un film tenso y de un suspenso (casi) insoportable. Bienvenida rutina es la que define a esta nueva epidemia cinematográfica. Hasta la próxima. <