Una secuencia de diez minutos, con la cámara adentro de una danza ritual -masculina, hipnótica, repetitiva, mántrica-, abre este documental, que explora la vida religiosa de una comunidad chechena. Y así, con larguísimos planos, silenciosos o negros, se desarrolla. Hay diálogos como entrevistas o interrogatorios que buscan echar luz sobre la historia familiar, pautados por tomas fijas a niños y por estas danzas enérgicas y, a nuestros ojos, tan curiosas. Un acercamiento con ideas, estéticas y narrativas, a un tema que podrá interesar o no.