Tras su paso por la Competencia Oficial del Festival de Cannes 2018, se estrena en los cines de la Argentina esta nueva película que reúne a la dupla conformada por el director y el actor de Une affaire d'amour, Algunas horas de primavera y El precio de un hombre. Un cine político, urgente y combativo que recuerda por momentos al Laurent Cantet de Recursos humanos y a algunos títulos de la filmografía del británico Ken Loach.
Stéphane Brizé y su actor-fetiche Vincent Lindon regresan tras Une affaire d'amour, Algunas horas de primavera y El precio de un hombre con una película que describe con espíritu documentalista y cámara en mano a-la-cinéma verité la lucha de los sindicalistas que representan a 1.100 operarios despedidos tras el cierre de una fábrica alemana de autopartes ubicada en Francia.
Las medidas de protesta (tomas, protestas callejeras), los violentos choques con la policía, las arduas y discontinuas negociaciones con el gobierno y con los patrones (y sus múltiples representantes) conforman el núcleo de la primera mitad, mientras que en la segunda se abre la posibilidad de encontrar un comprador y empiezan a ver las grietas, las diferencias entre los distintos sectores gremiales: los más duros que no quieren ceder un centímetro y los que empiezan a ver con buenos ojos las compensaciones económicas extraordinarias que ofrece la empresa además de las indemnizaciones legales.
Vincent Lindon se luce -como casi siempre en su carrera- en el papel del íntegro líder obrero que carga con la responsabilidad de encabezar la lucha y -claro- de sus consecuencias muchas veces inmanejables (e inimaginables) en medio de fuertes dilemas éticos y morales.
El film -que remite por momentos al Laurent Cantet de Recursos humanos y al cine social del británico Ken Loach- es valioso, urgente, necesario, pero también bastante arduo porque no da respiro (solo hay una subtrama íntima en la que el Laurent Amédéo de Lindon sigue el embarazo de su hija) y las asambleas y ruedas de negociaciones se hacen un poco largas. Cine político sin concesiones en una edición muy combativa como la de Cannes 2018.