Si bien no hay chalecos amarillos, esta película ubica el tono que sintió parte de la sociedad francesa el año pasado. “La guerra silenciosa”, preestrenada con la presencia de su director en el reciente ciclo Les avant premières, es un drama laboral, filmado minuciosamente al estilo docudrama. La historia empieza cuando una fábrica, parte de un conglomerado empresario alemán y situada en un pueblo francés, anuncia que va a cerrar, lo que dejará sin trabajo a más de mil obreros. Inmediatamente toman la fabrica y empieza una lucha de meses.
La cámara siempre enfoca planos generales, mezclando los debates entre los miembros del sindicato y las medidas que adoptan en contra de los empresarios, con tomas de noticiero que sirven para dar una idea de objetividad sobre el conflicto. La película, por momentos, se vuelve demasiado hablada, pero intermitentemente cobra fuerzas renovadas a medida que la lucha obrera logra algún objetivo o sufre un revés. Falta un poco el factor humano, es decir, algún hilo dramático que enganche más al espectador. Eso recién se produce hacia el final con un desenlace impresionante que equilibra un conjunto interesante pero no siempre parejo. La música y la fotografía son excelentes.