La resistencia
Stéphane Brizé es el nuevo Laurent Cantet, porque expone problemáticas sociales de manera cruda y frontal abriendo paso a la complejidad del tema. La deshumanización que un capitalismo salvaje genera a nivel social es el tema de El precio de un hombre (La Loi du marché, 2015) pero, sobre todo, el de La guerra silenciosa (2018), en competencia en el 71 Festival de Cannes.
La situación es la siguiente: los empleados de la fábrica Perrin (industria automovilística de grupo alemán) tiene intenciones de cerrar por no ser, según sus CEOs, económicamente viable. Después de movilizaciones y luchas sindicales los trabajadores firman una reducción de salario a cambio de conservar sus puestos por cinco años, pasando la compañía a otras manos. Una vez conseguido el acuerdo, viene otra vez la angustia: la fábrica decide cerrar igual. La guerra vuelve a comenzar.
La película tiene el carácter de urgencia con una cámara en constante movimiento como si se tratase de un trabajador más deambulando por asambleas, reuniones y manifestaciones. Se palpita la tensión del conflicto como una olla a presión a punto de estallar. El protagonista es Laurent Amédéo (Vincent Lindon, a esta altura el Federico Luppi francés), representante de los trabajadores en cada asamblea, reclamo o escrache realizado.
La guerra silenciosa recuerda a Recursos Humanos (Ressources Humaine, 1999) pero también a Entre los Muros (Entre le murs, 2008) por la manera de introducirnos en el conflicto. Sonido e imagen nos meten de lleno en el ojo de la tormenta. Somos parte del sufrimientos de este grupo humano, no por verbalizar qué piensan o sienten sino por verlos en plena acción. Su lucha cobra fuerza en cada pequeña batalla ganada y se resiente en una problemática que no encuentra salida.
En tiempos de reformas laborales en Argentina, La guerra silenciosa se presenta muy cotidiana. Cada situación que vemos la conocemos de memoria, porque la vivimos en carne propia o a través de un familiar. La vemos en las manifestaciones callejeras y en la televisión. Como Laurent Cantet, Stéphane Brizé no presenta soluciones al conflicto, simplemente lo expone rindiendo homenaje a los que luchan e invitando a seguir el camino de la resistencia para no perder la dignidad.