El cine ya puso a Glenda Jackson, a Helen Mirren y a Cate Blanchett, entre otras, en la piel de las reinas de Inglaterra, pero esta vez la historia y la política, principales ingredientes de otros filmes, se desdibujan ante el relato romántico de la pareja que integraron Victoria y el príncipe Albert. En 1837 y a los 18 años, Alejandrina Victoria heredó el trono de su tío, William IV. Pero su inexperiencia y su juventud la pusieron en un lugar difícil de asumir. Mucho más cuando su propio esposo pretende tomar las riendas del reino. Pero la espiral política de sucesión del rey y las limitaciones propias de una mujer criada en un castillo quedan eclipsadas por un relato romántico que llega a melar la pantalla. Demasiado despliegue escenográfico y de vestuario para un simple melodrama.