Este es un documental de un tema de candente actualidad, que no tiene mucha relevancia mediática (el lector interesado pronto descubrirá el porqué) pero que debería interesarnos, en virtud de ser una cuestión que debe llevarse a discusión. Sino conocen el tema "Monsanto" este informe tiene material para reflexionar sobre su accionar en distintos campos en relación con la agricultura y la naturaleza de los productos que utilizan para garantizar mejores cosechas, especialmente del cultivo estrella de nuestro país: la soja. Monsanto es un gigante mundial y maneja el mundo de las semillas. En este recorrido que nos propone Juan Pablo Lepore, el director planteará una visión sobre lo sucedido con las relaciones de dicha empresa y el poder político local, así cómo cotejará informes y mostrará entrevistas a distintas personas de diferente formación que opinarán sobre el tema con dureza y consistencia. Más allá de lo que uno pueda pensar a través de los testimonios e ideas presentados, lo cierto es que el film tiene imágenes que golpean, y que llevan a una crítica mirada, sobre lo que sucede a través de lo que comercializa y promueve esta empresa. Lepore (que nos trae su segundo largo luego de "Sin Patrón..."), plantea escenarios, traza líneas de acción, documenta sus fuentes, aporta material televisivo y periodístico. "La jugada del peón" es una cinta convencida de lo que plantea. Propone un tema sensible y alimenta su proposición desde la fuerza del realizador en el campo. Indudablemente, una problemática que merece atención, más allá del lado del mostrador en el que uno, esté.
Contra el glifosato y la sojización Hay documentales cuyo valor no reside en la forma sino en la información que suministran. Sobre todo, cuando esa información no es transmitida por otros medios. Durante más de hora y media, La jugada del peón da cuenta del impacto que el cultivo y consumo de semillas transgénicas, así como la utilización de agroquímicos de probado efecto tóxico, producen sobre el ambiente y los seres vivos, en el mundo entero y más concretamente en Argentina. Las cifras locales son pavorosas, con cientos de millones de litros de agroquímicos rociando el 60 por ciento de la superficie cultivada, triplicación de cánceres de niños a lo largo de una década y cuadruplicación de malformaciones en recién nacidos. Todo ello en las zonas más copiosamente fumigadas, tal como Pablo Piovano, fotógrafo de Página/12, testimonió a fines del año pasado en su impresionante producción El costo humano de los agroquímicos, y este documental dirigido por Juan Pablo Lepore viene a ratificar ahora.Hasta tal punto La jugada del peón se despreocupa por la forma cinematográfica, que su cuerpo narrativo consiste básicamente en fragmentos de noticieros y producciones especiales de televisión, recopilados y, eventualmente, “comentados” por el montaje. Como cuando un audiovisual industrial, que explica en qué consiste el glifosato (el herbicida más difundido y deletéreo) se yuxtapone, en una misma serie de imágenes, con la escena de Frankenstein (1931) en la que el científico da vida al monstruo. De modo no siempre ordenado, La jugada del peón introduce al espectador en un léxico con el que conviene familiarizarse. Un léxico en el que palabras como monocultivo, sojización, desertificación, semillas transgénicas, agrotóxicos, glifosato, Round Up (el glifosato de Monsanto, el más usado en el mundo entero) llevan la voz cantante.En términos de imágenes, entre las más impactantes de La jugada del peón se cuentan sin duda los testimonios en primera persona, brindados por vecinos de Monte Maíz (localidad de Córdoba regada con glifosato hasta el hartazgo), enfermos de cáncer o gente con hijos nacidos con malformaciones (en localidades de Entre Ríos, Chaco y Misiones, Piovano fotografió un año atrás casos semejantes, hasta el límite que la razón o el estómago pueden soportar). Esos testimonios han sido transplantados de noticieros de televisión, vale aclarar.El documental de Juan Pablo Lepore recuerda también que Argentina es, en su condición de importante productor de granos, uno de los más afectados por el uso de agrotóxicos. Que gracias al rechazo de la ciudadanía, en la mayoría de países europeos Monsanto (corporación que en los años 60 patentó el “agente naranja”, que produjo en Vietnam millones de cánceres) debió echar atrás su proyecto de producir semillas transgénicas. Que en nuestro país los dirigentes que se oponen se cuentan con los dedos de media mano. Que sectores de la población y de la comunidad científica sí lo han hecho. Entre ellos los vecinos de Malvinas Argentinas, localidad cordobesa donde la multinacional, una de las mayores del mundo, debió parar la instalación de la mayor planta de secado de semillas transgénicas del mundo entero. No todo está perdido, recuerda La jugada del peón.
La muerte patentada La jugada del peón -2014-, documental de Juan Pablo Lepore, arroja luz sobre un tema silenciado desde el poder y con la complicidad de muchos medios de comunicación para desinformar a la sociedad. No apela, en ningún momento, al maquillaje estético porque la forma y el contenido en este caso singular no son complementarias. La dialéctica para sembrar semillas informativas y que, de esa operación rigurosa en información y testimonios, se generen los mejores frutos en la toma de consciencia deja en claro las intenciones del director, así como su despojo de una búsqueda cinematográfica. El avance del uso de agrotóxicos y de la sojización es inevitable y más aún en la Argentina, con el 60 por ciento de la superficie cultivable ocupada por la soja, la no prohibición al uso de glifosato a lo que se suma la presión sobre las legislaciones para el patentamiento de las semillas sin posibilidad de que los productores cosechen con otro tipo. El negocio multimillonario detrás de las semillas modificadas trae como consecuencia, luego de todos los procesos con el fin de mejorar la producción, enfermedades en las poblaciones aledañas, a pesar de todos aquellos discursos que procuran confundir a la masa y ridiculizar la lucha silenciosa de víctimas o científicos no comprados por las multinacionales. Allí se instala La jugada del peón, en el contexto y en la resistencia de ciertos sectores y agentes involucrados por torcer el rumbo de los acontecimientos. La selección meticulosa de testimonios a cámara une la voz de damnificados directos con especialistas que complementan los datos necesarios para comprender en su globalidad de qué se está hablando. El documental se encarga de acompañar cada uno de los discursos desde las imágenes por contraste, que a veces resulta tan binario como pavoroso, tratándose de vidas de millones en juego. Resuena así la melodía del arriero como himno de la resistencia en la que se puede parafrasear a modo de síntesis con “las ganancias son ajenas y la pena de nosotros”. Necesario y contundente con la esperanza de que no pase desapercibido.
Maldad y política EL DOCUMENTAL La jugada del peón: el agro-negocio letal, de Juan Pablo Lepore, es ese tipo de documental cuyo tema y urgencia supera ampliamente la necesidad de cierto juicio estético. Así y todo no dejaremos de decir que es un film absolutamente convencional y que abusa de ciertas prácticas innecesarias para un material que necesita de una crudeza constante. Lepore intenta un montaje frenético pero no confuso, que va articulando un mensaje claro y de alta importancia política. Podemos criticar el adorno innecesario y puramente ocioso que a veces aparece entre las entrevistas, como algunas canciones ilustrativas que hablan sobre la tierra y la presencia clisé de Manu Chao. De todas maneras hay un tema de la banda Perro Verde llamado Fuera Monsanto que viene al caso, y de alguna manera es la melodía de las manifestaciones en contra de la empresa. También Lepore abusa del material de archivo televisivo, que poco agrega aparte de rellenar tiempo de metraje. Igual destacamos que rescata un buen debate en 678 entre Luis Zamora y Ricardo Forster, el intelectual que mejor maneja el arte de la evasiva. La contundencia de ciertas palabras de Zamora son elocuentes, la presencia de Monsanto es el principal argumento en contra del modelo kirchnerista. La importancia de este documental radica sobre todo en desnudar las prácticas poco conocidas que se dan en el centro de la matriz productiva argentina: quiénes son los que defienden estas prácticas y quiénes luchan en desventaja con ellos, como por ejemplo los vecinos de Malvinas Argentinas, Córdoba. EL MENSAJE Alguna vez, el despreciable Bernardo Neustadt asumió la existencia de un pequeño fascista dentro de cada uno de nosotros, los seres argentinos. Tomemos del bueno de Bernardo esa compulsión por la sentencia y su visión dualista de todas las cosas: si hay un bien absoluto entonces hay un mal absoluto, en la Tierra Media se llama Sauron, en nuestro mundo se llama Monsanto. Uno de repente puede pensar una lista de injusticias brutales que implica el sistema capitalista, y Monsanto las agrupa a todas. Es la empresa creadora del agente naranja, herbicida arrojado sobre las selvas de Vietnam como parte de la guerra química que sistemáticamente llevó adelante el ejército estadounidense, cuyo saldo de muertes y mutilaciones es predecible y vergonzoso. Monsanto es ese tipo de empresa que contrata médicos y científicos que justifican el uso del glifosato, ese químico claramente tóxico y cancerígeno. Monsanto y sus cómplices, Grobocopatel, el gobierno kirchnerista, la Sociedad Rural, Clarín, literalmente atentan contra la vida humana y la naturaleza. Monsanto es el Mal. No podemos evitar pensar que los males estructurales del país siguen latentes y que el kirchnerismo claramente ha sido un gobierno de aciertos, pero sólo eso, algunos aciertos; la verdad es que profundizó un modelo sojero de extracción brutal y barbarie ecológica. Monsanto no es el futuro, es destrucción, un modelo agotado que el gobierno kirchnerista hizo entrar a nuestro país por la puerta grande.
Tarde o temprano iba a ocurrir. Alguien del nutrido grupo de documentalistas en la Argentina tenía que abordar esta temática apuntando a alguien en particular. “La jugada del peón: el agronegocio letal” es un dardo directo a Monsanto, la compañía responsable del famoso Agente Naranja utilizado en una guerra (puntualmente la de Vietnam) y responsable directo de millones de muertes dada su composición. El arranque muestra la contradicción entre el discurso y la práctica, entre la publicidad y las manifestaciones en contra de la compañía que hoy fabrica semillas transgénicas, ya conocidas como “Frankenfood” (jugo de palabras entre Frankenstein y comida). , El texto cinematográfico va de una compilación de noticieros de Telesur Noticias, RT, HispanTV, etc que abarcan informes a nivel mundial a pasar por países de América Latina, y finalmente se instala en la problemática en la Argentina. Juan Pablo Lepore toma posición frente al temor que origina una empresa, como mínimo sospechosa, a la que prácticamente expulsaron de Europa (no del todo) y ha mudado sus intereses económicos a regiones en donde acuerdos millonarios con los gobiernos deja la potestad de las manifestaciones en contra, a un reducido grupo de argentinos con conciencia ecológica y verdadera preocupación por el estado de las tierra cultivables. La compaginación muestra a hombres y mujeres expuestos a los golpes de la policía y de la UOCRA mientras se inserta parte de la presentación del acuerdo del actual gobierno con Monsanto. Con la vehemencia propia de una militancia por la vida, y “jugando” su propia impronta a lo Erin Brocovich, el director de “Sin patrón, una revolución permanente” (2013) va instalando los distintos polos de la discusión sobre los cuales se abre el debate. De un lado los defensores del glifosato (producido por Monsanto y otras empresas), del otro los efectos cancerígenos, malformaciones, enfermedades congénitas, abortos espontáneos, y otros horrores a los que se suma la afirmación de la OMS, que luego de años, finalmente elaboró el informe que da cuenta de los efectos nefastos de los agroquímicos y las alteraciones genéticas de los alimentos. A lo largo de una hora cuarenta y entre letras del rock que alzan la voz “La jugada del peón: el agronegocio letal” va mostrando las virtudes de un producto cuyo estreno se sale de lo cinematográfico (hasta se podría decir que el montaje de Jessica Gherscovic es más televisivo por su dinámica de informe), en favor de una concientización fundamental sobre un tema que lamentablemente no tiene consecuencias inmediatas. “…me siento fumigado en un estado terrorista. Donde manda el dinero, mandan los fascistas…”, canta Perro Verde frente a la planta de Malvinas Argentinas, en la Provin cia de Córdoba. Es hora de que se escuche más fuerte.