Uniformidad improductiva
El reconocido cineasta santafesino, Raúl Beceyro, en un breve ensayo titulado El documental hoy, se refiere al carácter prolífico del género en la actualidad con la imagen de “una mancha de petróleo”. Su diagnóstico es negativo y se funda principalmente en la recurrencia de películas que repiten modelos televisivos y carecen de una mirada constructiva sobre los aspectos de la realidad que eligen representar. Estos dos problemas se desplazan en gran parte de La laguna. El director pone sobre el tablero una serie de cuestiones interesantes desde el punto de vista argumentativo: la contaminación ejercida sobre un ecosistema de mil hectáreas ubicado en las afueras de Monte Grande, muy cerca de la Ciudad de Buenos Aires y los contrastes que surgen entre diversos actores sociales, además de la problemática demanda de viviendas y el impacto ambiental que ello conlleva. Sin embargo, lejos de mantener el pulso vital de la discusión (apenas sugerido por tramos), se insiste en un trabajo de montaje que poco le aporta al debate. Con una estructura un tanto arbitraria, el film se divide en capítulos en base a las cuatro estaciones y mantiene principalmente la alternancia entre testimonios en off (ligados a experiencias donde “todo tiempo pasado fue mejor”), entrevistas que mucho le deben a los informes televisivos dominicales en cuanto a su forma y secuencias extensas de imágenes que dejan la sensación de ser apenas separadores, postales, que invitan a la pasividad del espectador desde un marco irrelevante.
Este regodeo, enfatizado musicalmente, sobre la idea de que “las cosas de chico no se olvidan” (tal como declara un hombre mayor) y el presente es sinónimo de contaminación, inmediatamente es empalmado con signos referenciales que instauran un contraste evidente, sin esfuerzo alguno por enriquecer una mirada personal sobre el asunto. De este modo, los recursos visuales se agotan enseguida. Se incluyen también breves destellos de archivo histórico, rituales y anécdotas, pero en el contexto general de la película, quedan relegados, perdidos, porque se hace evidente la falta de organicidad de los materiales trabajados o en definitiva, un tratamiento constructivo.