Espíritus enojados
La maldición de la casa Winchester (Winchester, 2018) es una película de terror co-producida entre Estados Unidos y Australia. Está dirigida por los hermanos Spierig, que también escribieron el guion junto a Tom Vaughn. El reparto incluye a Helen Mirren, Jason Clarke (Malcolm en El planeta de los simios: Confrontación), Sarah Snook, Eamon Farren, Laura Brent y Finn Scicluna-O’Prey. El film está basado en hechos reales.
En 1906, la compañía de armas Winchester se contacta con el médico Eric Price (Jason Clarke) para pedirle que se dirija a la mansión de Sarah Winchester (Helen Mirren), viuda que heredó el negocio de su esposo. La empresa quiere tener un certificado que confirme que Sarah no tiene las facultades mentales necesarias para liderar la compañía. Eric accede a viajar a San José, California, donde se encuentra con una casa gigante en plena construcción de más y más habitaciones. Recibido por Marian Marriot (Sarah Snook), sobrina de Sarah, Eric no tardará en darse cuenta que algo raro sucede en la mansión.
Como ya estamos acostumbrados, la película está catalogada en el género del terror pero no logra crear miedo en el espectador. Aunque los primeros jump scares nos hacen tirar la cabeza hacia atrás, el recurso se repite una y otra vez, generando que ya sepamos de antemano cuando van a aparecer los fantasmas. La música en pocos segundos al máximo volumen no hace más que cansar: siempre pasa lo mismo y la historia se vuelve muy aburrida.
Esto también se debe al poco interés que sentimos por los personajes. Jason Clarke como protagonista tiene cero profundidad, lo que hace imposible empatizar con él (solo sabemos que es médico y adicto al láudano). Ya avanzada la trama conocemos un poco más sobre su pasado, sin embargo el guion está armado de tal forma que toda la información, tanto de Eric como de la casa maldita, es dicha de golpe sin generar ningún efecto.
Helen Mirren está desaprovechada en el papel de la viuda que ve a los espíritus. Si bien su introducción contiene misterio (da órdenes estrictas a los carpinteros, se viste toda de negro), su angustia por la pérdida de su marido e hija no consigue traspasar la pantalla. Por otra parte, la sobrina y el hijo de ésta, que viven en el hogar, no aportan nada a la trama. Tranquilamente si no estuvieran en la película se entendería lo que sucede sin problemas.
Situaciones ridículas como dispararle a un espíritu o que justo ocurra un terremoto solo alargan un film con desenlace muy previsible. La fotografía oscura del lugar está bien manejada, lo que luego de haberla visto nos hace pensar en que, si los hermanos Spierig se enfocaban en mostrar más la vivienda, con sus pasadizos secretos y diversas puertas, la cinta hubiese sido mucho más atractiva.
El “inspirada en hechos reales” del póster promocional sólo busca meternos en un relato que no se esfuerza en sobresalir del resto de películas “tenebrosas” que no logran su cometido. Resulta una lástima porque la información de la Winchester Mystery House, que ahora es usada como atractivo turístico, tenía potencial para otorgar una historia espeluznante.