Helen Mirren tiene talento de sobra, incluso para interpretar a la excéntrica Lady Winchester, heredera de la famosa marca de rifles de repetición, quien a principios del siglo pasado se dedicó al espiritismo y a construirle una especie de santuario en su mansión a los espectros de todos aquellos muertos de manera violenta por culpa del "rifle que conquistó el Oeste".
Hay algunos apuntes de la historia real de la extraña mansión Winchester que, al día de hoy, sigue siendo considerada uno de los lugares mas embrujados de los Estados Unidos. Pero este es un film de terror que se parece demasiado a alguna de las clásicas películas sobre cuentos de Edgar Allan Poe de Roger Corman, aunque con más dinero que verdadera eficacia, y a pesar de que, cuando hace falta, Mirren puede resultar más oscura que el mismísimo Vincent Price.
La trama presenta a un precoz psicólogo de 1906, perdido entre el alcohol y el opio, que de golpe es contratado por la empresa que fabrica los rifles del título para determinar si la protagonista está, tal como parece, totalmente demente, y por lo tanto incapaz de manejar negocios. Ya en la mansión el médico encontrará cosas raras, incluyendo un niño poseído con tendencias homicidas y señales espectrales intensas. Lo interesante del guión es que sublima el tema de las actuales masacres con armas de fuego a través de lo fantástico, pero más allá de Helen Mirren y un buen par de sustos, el asunto daba para más.