Los hermanos Spierig nos supieron deleitar con logradas producciones como “Daybreakers” (2009) y “Predestination” (2014). Así fue como estos jóvenes directores alemanes de nacionalidad australiana comenzaron a llamar la atención en Hollywood por su frescura y talento narrativo. El largometraje de 2014 se convirtió en un verdadero fenómeno de culto y es la principal razón por la que gozan del éxito que atraviesan actualmente. El año pasado pudimos ver su inducción al cine mainstream con la octava entrega de la saga de “El Juego del Miedo” con “Jigsaw” (2017).
En esta ocasión, siguieron con la línea del cine de terror y nos ofrecen “Winchester” (2018). Si bien este film no está a la altura de las primeras películas de los realizadores, la obra tampoco resulta ser el desastre que vienen pintando los críticos norteamericanos.
El relato nos cuenta la historia basada en hechos reales de la mansión Winchester, situada en California, a 50 millas de San Francisco. Esta casa victoriana fue montada por la heredera del creador de los rifles Winchester, Sarah Winchester (Helen Mirren), quien creía que los fantasmas que fueron asesinados a mano del famoso rifle de la compañía de armas de su marido la acosaban. Es por ello que llegó a construir más de 160 habitaciones, escaleras que no llevaban a ninguna parte y puertas que al abrirse descubrían un muro, todo esto con el objetivo de mantener cautivos y/o liberar a los espíritus de sus cuentas pendientes. A su vez, los miembros de la junta directiva de la compañía llamaron a un psiquiatra con problemas de abuso de sustancias, el doctor Eric Price (Jason Clarke), para que evalúe a Sarah y descubra si puede seguir al frente de la compañía.
El guion de los Spierig en conjunto con Tom Vaughan es bastante previsible en muchos aspectos, siguiendo la fórmula de escepticismo vs creencia, y de escena tras escena que desemboca en los ya conocidos y abusados jump scares tan utilizados en las películas de este género. Igualmente, el espectador podrá disfrutar de un par de puntos de giro interesantes que hacen avanzar la trama hacia un clímax inquietante. El problema principal de la obra radica en ese aire rutinario y de continua repetición producto de los sobresaltos baratos con los que pierde la oportunidad de darnos algo más fresco y novedoso.
Las composiciones de Jason Clarke y Helen Mirren son dignas, como es de esperar por parte de estos talentosos actores, en especial Clarke, que tiene mayor exigencia interpretativa y sale airoso. Los climas que genera el film están muy bien logrados a pesar de cierta reiteración en la mecánica de algunas escenas. Por otro lado, resulta inevitable la comparación con algunas producciones de la Hammer y aquel terror gótico característico al igual que los films de Vincent Price, no por nada el personaje del psiquiatra lleva el apellido de la emblemática figura.
“La Maldición de la Casa Winchester” es un film entretenido que podría haber sido mucho más efectivo si hubiera sido menos reiterativo y más creativo a la hora de generar mecanismos para asustar. Una película que se mantiene por el talento interpretativo involucrado y por aquella leyenda que dice “basada en hechos reales” que asusta y predispone al espectador de una manera distinta.