Aprender a valorarse
La ópera prima de Anne-Gaëlle Daval es una muestra sobre la crisis de la mediana edad en un contexto de situaciones personales adversas.
La comedia dramática es un género difícil para lograr un buen balance entre estos dos estilos que, a primera vista, parecen opuestos. Pero en realidad es uno de los lugares del lenguaje cinematográfico donde más verdades de la vida real se pueden encontrar.
La más bella (De Plus Belle, 2017), el debut de Anne-Gaëlle Daval como directora, habita este espacio de tristezas y felicidades en momentos difíciles de la vida. Lucie (Florence Foresti) es una madre soltera de mediana edad luchando contra el cáncer y, a su vez, contra las consecuencias que esto involucra.
Desde los primeros planos en una discoteca, la película hace un buen trabajo en mostrar la vida y la personalidad de esta mujer. También como sobrevivir a un cáncer afecta sus diferentes aspectos, desde su relación con la madre y su hermana hasta su costado amoroso. Acá es donde aparece Clovis (Mathieu Kassovitz) que al principio de la película se convertirá, sin esperarlo, en uno de los detonantes para hacer un cambio en el modo de encarar su enfermedad y su femineidad, incluyendo un grupo de autoayuda con otras mujeres que será primordial para el personaje.
Florence Foresti actúa excepcionalmente en mostrarse débil pero a la vez fuerte, fría pero también sensual. Ayuda mucho que esté rodeada por un interesante grupo de personajes secundarios que, a decir verdad, hubiese estado mejor poder conocerlos un poco más. En especial el interés romántico de Mathieu Kassovitz que no está del todo desarrollado y sus apariciones hacen que la película caiga en algunos lugares comunes que, por suerte, muchas veces la directora evita con esmero.
Con algunos momentos realmente graciosos y otros que tocan el corazón, lo mejor de la película es que trata el tema con respeto (aunque sin profundizarlo demasiado) y no es tanto sobre el problema de salud en sí sino cómo afecta la autoestima, cómo hacer para superar los obstáculos de aceptarse a sí mismo y, a fin de cuentas, dejar que los demás también nos acepten.