Lucie es una mujer de 40 años con una hija de 15 y un cáncer de mama recién curado, pero con secuelas todavía visibles. A raíz de un encuentro casual en un bar conoce a Clovis, un hombre entrador y simpático que no oculta su deseo de seducirla. Charla va, charla viene, poco a sus intentos empezarán a dar indicios de resultados positivos.
Inscripta en un contexto íntegramente femenino, la historia de La más bella parece hablar, en un principio, de un tema instalado en la agenda argentina –y de gran parte del mundo- como el rol de la mujer en el entramado social. La hermana, la madre, la hija, una particular profesora de danza… son ellas quienes llevan la voz del relato y las encargadas de empoderar el derecho a decidir cómo quieren llevar sus vidas adelante.
Sobre la segunda mitad, ya con Clovis corrido del centro de la escena, el film de Anne-Gaëlle Daval profundizará la línea argumental de la enfermedad y sus consecuencias. Hay algo por momentos mecanizado en el avance de los hechos y los diálogos, aunque también un punto de partida genuino y un evidente interés de Daval por evitar que su ópera prima caiga en el terreno del mensaje obvio y subrayado. El resultado es, pues, un film correcto, ligero, previsible y módicamente disfrutable.