Lucie salió de un cáncer de mama, y libra ahora un combate con la desnudez, tanto física como emocional. La más bella no es un filme con una protagonista que enfrenta a la muerte, como suelen ser mayoría las películas que abordan esa terrible enfermedad. Lucie está rehabilitada, pero hay algo en su psiquis que no termina de hacerla sentir libre.
Hacer una comedia con un personaje que sale de una enfermedad, y que puede recaer, no es ni común ni habitual en ningún tipo de cine. Anne-Gaëlle Daval se le anima y sale airosa, pese a algunos clisés que no logra evadir, aunque tal vez no haya sido su idea esquivarlos o escaparles.
En su opera prima (hasta ahora se desempeñaba en el cine como diseñadora de vestuario) va marcando a Lucie con lujo de detalles, aunque no así a los personajes que la circundan -sus hermanos, su hija, su madre, la profesora de striptease (Nicole García) que le renovará las fuerzas; el seductor que encarna aquí como actor Mathieu Kassovitz (Amelie; realizador de El odio)-, que aparecen estereotipados.
Pero lo que le interesa a Daval es Lucie. Por eso Florence Foresti está en casi todas las tomas y en todas las escenas. La más bella juega con la comedia y con el drama, con la sensación de vacío y de ridículo, de soledad y de amor que tiene la protagonista. Enfrentar una situación como la que vivió, la que vive y la que vivirá no es sencilla, y el tándem directora/actriz la saca a flote.