"El cabaret me mostró la desnudez, y la desnudez me mostró la feminidad. La cual se aprende por mimetismo. Las hijas imitan a sus madres. ¿Pero qué pasa cuando una madre no supo bordar su propia feminidad?". Así dice la vestuarista francesa Anne-Gaelle Daval, madre de hijas adolescentes y autora de esta comedia amable sobre una mujer que se quiere poco y nada, hasta que cae en buenas manos. Se entiende: esa mujer tiene una hermana linda, hermano exitoso, simpático, madre gruñona, exigente, hija antipática, y ella es bastante poco atractiva, y encima ha sufrido un tumor que amenaza volver con más fuerzas. Aun así, un flaco canchero insiste en conquistarla. Esto no se entiende, pero no importa. Lo bueno es que un día ella se cruza con alguien que le canta la precisa y le enseña cómo quererse a sí misma, salir de tacos altos por la vida y hasta desnudarse en público, en un espectáculo de señoras outlet como ella. "Para mí, la piel es una suerte de ropaje que 'viste' el alma", dice Anne-Gaelle Daval, que en su primera película se muestra como buena observadora, define bien personajes y conflictos, inserta dos o tres sanos consejos y sin mayores fantasías gratifica al público femenino.