Naturaleza muerta
En pleno siglo XXI sería un delirio pensar que las ciencias exactas tienen la única respuesta, universal, irrefutable y verificable a los paradigmas que explican la génesis del planeta Tierra y el comportamiento de sus elementos: aire, tierra, fuego y agua. Este planteo es el que atraviesa el documental La Mirada del Colibrí (2017), dirigido por Pablo Nisenson, que retoma el tópico de su cortometraje Informe sobre la Inequidad, que formó parte del documental D-Humanos (2011) para ahondar el estado y la praxis de los derechos humanos en Argentina. Aquí se basa en la teoría de un observador de la naturaleza llamado Francisco Javier de Amorrortu, quien sostiene que “los humedales son santuario existencial para la supervivencia humana porque promueven y retroalimentan la energía que da movimiento a los ríos. Este vínculo conforma los ecosistemas termodinámicos naturales abiertos”. Sin embargo, el sistema capitalista y sus secuaces le dan la espalda, ubicando al hombre como centro del universo capaz de hacer a su antojo y capacidad económica uso y abuso de los recursos naturales permitiendo la compra-venta de terrenos en zonas legalmente inhabilitadas. Tal es así, que un enceguecido grupo de profesionales (ingenieros, arquitectos y hasta ambientalistas) promovieron y aprobaron un incesante desarrollo urbano de barrios cerrados con glamour en tierras despobladas de la zona norte de Campana, Escobar, Tigre y Pilar, sin considerar los daños colaterales que llevaría intrínseca su construcción, tales como las inundaciones del Río Luján en 2015. Con el mismo espíritu de denuncia y lucha por preservar el medio ambiente, promulgado por Francisco desde hace más de 37 años, nace este documental, sumándose como portavoz y herramienta de difusión masiva del mensaje emergente en post de mejorar la calidad de vida en un ambiente sano.
A grandes rasgos, la trama gira en torno a descifrar por qué desde el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable hacen caso omiso a las 40 demandas que presentó Francisco. La premisa es inquietar al espectador frente a estos fenómenos; cuestionar su génesis y relación con la madre naturaleza para propiciar un rol activo a partir del innumerable material de archivo y pruebas empíricas respaldadas por la geóloga Patricia Pintos, el biólogo Pablo Varela y el sociólogo y ambientalista Gastón Deleu. Entretanto, el relato centra su eje en descifrar quién es y cuál es la historia de esta persona/personaje dueña de una capacidad de observación cautivante que vive en un paraíso llamado “El Campito” en la ciudad de Buenos Aires y decidió dedicar su vida a defender el acuífero Puelche, que alberga 300 billones de litros de agua potable, y los humedales de la cuenca baja del río Luján. Para él es inadmisible el “crimen hydrogeológico” que cometió Eidico (Emprendimientos Inmobiliarios de Interés Común, asegura). En su cabeza parece no tener relación alguna más que la surrealista impunidad con que se manejo esa corporación fundada en la teoría de Isaac Newton sobre la ley física de gravitación universal que explica la interacción entre distintos cuerpos con masa, y argumenta que “es la energía entre los humedales y el río en conjunto con el resplandor del sol lo que da movimiento al agua y no las pendientes que creó la sanguinaria mano del hombre para (re)conducir su cause”. En efecto, explica que los ecosistemas fluviales que están en disputa no son territorio del hombre, sino propios de la “madre natura” y sirven para mitigar las inundaciones, mantener el equilibrio climático, preservar el agua potable. ¿Podrá transmitir el mensaje y frenar este avance brutal que liquida nuestra supervivencia?
La Mirada del Colibrí logra su cometido: desnuda el detrás de escena del mal llamado “Plan Maestro” que dejó en ruinas a los pueblerinos. Quizás este impecable documental logre romper la grieta. Un buen camino para ver el cambio podría ser difundir este mensaje y abrir el debate en el marco de las Jornadas de Capacitación Ambiental Metropolitanas y Nacionales que se realizan bajo el lema “Desafíos para una matriz energética” donde participan FARN, el Acuerdo de París y el G20.