Amor de madre.
En pocas cosas la humanidad completa podría estar de acuerdo como en aquella máxima que reza lo siguiente: "¡No existe amor como el de una madre!". Con todos los matices que lo pueden atravesar, como las costumbres y la condición socio-económica por ejemplo, podemos afirmar que el cariño maternal no tiene obstáculos a la hora de desplegar toda su capacidad. ¿Pero qué sucede cuando ese amor ve su límite justamente en el mismo sentimiento de otra mamá? Hablamos de un excepcional choque de fuerzas de igual magnitud.
La Mirada del Hijo (Pozitia Copilului, 2013) es una película que llega desde Rumania. El realizador Calin Peter Netzer nos cuenta la historia de una madre, Cornelia Keneres (Luminita Gheorghiu), que está dispuesta a hacer todo lo posible para que Barbu (Bogdan Dumitrache), su hijo, no caiga en prisión luego de causar un trágico accidente de tránsito en el que un niño de 14 años perdió la vida.
El filme intenta mostrarnos el duro e incómodo camino que debe pasar esta señora, acostumbrada al éxito profesional, las fastuosas fiestas con la alta elite rumana, la ostentación y la capacidad de conseguir todo lo que se propone. Pero lo que aparentaba ser más simple es aquello en lo que Cornelia está en dolorosa deuda: su relación de familia es pésima. El matrimonio parece sufrir una irreversible erosión luego de tantos años. Las amistades y la hipocresía van de la mano y -para colmo- hace varios años que ha perdido el amor de su hijo.
Sin darle demasiado interés a la génesis de estas problemáticas, que realmente no interesan tanto al realizador, Netzer centra toda la película en el personaje de la madre, maravillosamente interpretado por Luminita Gheorghia. Su vida, objetivos y moral quedan plasmados en cada minucioso y descarado diálogo que lleva adelante como si fuera una batalla que hay que ganar. Son varios momentos pero se destacan dos en especial, uno al principio que marca su personalidad. Otro al final, que desnuda su ser por completo.