Últimamente se escucha mencionar la frase “La nueva ola rumana” en la que agrupa un puñado de directores que se han dado a conocer en distintos certámenes. Este es el caso del director Calin Peter Nezter, que con su tercera película, La Mirada del Hijo, obtuvo su Oso de Oro en el Festival de Berlín.
Cuando uno piensa en una madre cinematográfica, es inevitable que el primer recuerdo sea la mamá de Norman Bates. Esta versión de madre rumana, solo le resta dirigir un hotel, ya que todo está bajo su mandato.
Cornelia es una mujer mayor de la alta sociedad rumana, con contactos y dinero para hacer las cosas a su antojo o necesidad. Sus habilidades de dominación se ponen en práctica cuando su único hijo atropella a un chico en la ruta. Chantaje, cambios en las declaraciones tanto del hijo como del testigo, favores a la policía, dinero para el funeral, son algunas de las bondades de esta señora.
Una versión materna fuera de los cánones establecidos.
Cornelia puede controlar su entorno pero no tiene la habilidad para reconstruir la relación con su hijo. En un monólogo ante la madre del chico fallecido, ella también demuestra que perdió un hijo, pero en vida.
Es notable la destreza con que el director maneja la tensión durante toda la película, una mínima palabra o intensión explotan con una fuerza capaz de invertir los roles de víctima a victimario. La utilización de la cámara en mano genera un nerviosismo y naturalidad que escapa del artificio del drama.