Y Clint Eastwood lo hizo de nuevo. Hace una década se estrenó Gran Torino y con ella se proponía una despedida que afortunadamente no se concretó, una que parecía haber comenzado en 1992 de la mano de Unforgiven. Con aquella le dijo adiós al western, el género que lo hizo grande. Con la de hace 10 años, le ponía un potencial fin a su carrera como actor. Eso no se cumplió, cuatro años después hacía Trouble with the Curve a las órdenes de su amigo y protegido Robert Lorenz, pero sí le daba una especie de gloriosa partida a ese tipo de personaje que bien representa Walt Kowalski. Por fortuna, no pudo mantenerse mucho tiempo alejado de las cámaras. Siempre siguió filmando, entre Walt y Earl Stone hay otras siete películas que dirigió, y eventualmente volvió a pararse frente a ellas para The Mule. Si es el adiós definitivo, lo desconocemos. En lo personal espero su vuelta en diez años, con otra media docena de títulos como director en el proceso.