Clint Eastwood vuelve a la pantalla grande para dirigir y protagonizar (aparentemente por última vez) una película de crímenes distinta que se favorece de la interpretación del octogenario ícono y la construcción de su personaje.
Basada en un artículo del New York Times de 2014, “La Mula” sigue a Earl Stone (Clint Eastwood), un hombre en sus 80 años, que se encuentra quebrado y con una mala relación con su hija y su ex mujer, debido a que toda su vida priorizó su trabajo por sobre su familia. Ahora, sin nada que perder, comenzará a desempeñarse en un nuevo empleo, en el cual deberá manejar de un punto al otro y transportar ciertos bolsos que le den con algunas reglas de por medio. Paralelamente, llega al lugar un nuevo agente de la DEA, Colin Bates (Bradley Cooper), para sumarse a un equipo ya establecido, con el objetivo de seguir a un cartel mexicano que trafica droga.
El regreso de Clint Eastwood delante de cámaras trae consigo un personaje muy interesante, un hombre que ya tomó sus decisiones en su vida, priorizando lo laboral por sobre lo familiar, y que ahora debe convivir con las consecuencias, pero que trata de rearmarse y compensar a aquellos a quienes les falló. Si bien podemos no estar de acuerdo con sus pensamientos o comportamientos, el papel es de alguien entrañable, carismático, agradable que no provoca ningún tipo de rechazo (a diferencia de otros papeles que interpretó en su pasado el actor, donde predominaba la amargura en su carácter), a pesar de que protagoniza algunos momentos incómodos dentro del film, donde se expone la ideología del mismo director (públicamente reconocido como republicano y conservador) y que pueden resultar algo impactantes, pero que también pueden ser tomados a modo de chiste (humor negro) para visibilizar el problema del racismo en Estados Unidos. Asimismo, se beneficia de su edad para ahondar en las diferencias generacionales y brindarnos algunos de los instantes más graciosos de la cinta. Está en ese punto de la vida en el que no presenta filtro alguno y que debe superar algunas barreras, sobre todo tecnológicas.
Con respecto al resto del elenco, nos encontramos con personalidades importantes para secundar a Eastwood. Bradley Cooper, Michael Peña y Lawrence Fisher componen a tres agentes de la DEA que se encuentran en la vereda opuesta a Earl, pero que carecen de una gran fuerza opositora. Aparecen recurrentemente durante el film, pero su figura está un poco desdibujada, no significan un peligro real para el protagonista. Son más intensos los momentos en los cuales el personaje principal debe lidiar con los narcotraficantes, que suelen ser más temerarios y desconcertantes. De todas formas, sus interpretaciones son correctas, al igual que las de la familia de Earl, conformada por Taissa Farmiga, como la nieta, Diane West, como la ex esposa y Alison Eastwood, como la hija (en la realidad y la ficción), aunque esta última, por cuestiones relacionadas a la trama, aporta más en cuanto a su ausencia que a su presencia. Las actrices vienen a otorgarle un tono más dramático a la historia.
En cuanto a los aspectos técnicos, podemos resaltar la fotografía a cargo de Yves Bélanger, que ilustra de una manera agradable los paisajes desolados de las rutas estadounidenses, y el largometraje completo tiene un tono más cercano al sepia o a los colores apagados. También la banda sonora acompaña aquellos viajes, con canciones más de época y que pueden sacar más de una sonrisa en el espectador por sus letras y cantos de Eastwood.
Tal vez el final es un poco flojo o brusco, ya que luego de un climax muy bien logrado, la historia se resuelve de una manera un tanto simple, naif o no se termina de desentrañar el conflicto del todo (sin dar tantos detalles, para ser agentes se conforman con un peldaño muy bajo de la estructura criminal). Y por instantes también tenemos algunos pasajes algo repetitivos.
De todas formas, “La Mula” nos ofrece una sólida película, en donde Eastwood logra brillar, componiendo a un personaje con conflictos pasados y que reflexiona constantemente sobre aquellos errores. Con momentos más cómicos, otros más tensos y dramáticos, la cinta consigue abordar temáticas como las diferencias generacionales, la importancia de la familia y el racismo en Estados Unidos. Acompaña un buen elenco, aunque no todos los papeles sobresalen por su peso y fortaleza.