El viejo cascarrabias
La mula está basada en la historia verídica de Earl Stone (Clint Eastwood), un veterano de la guerra de Corea que dedicó importante parte de su vida a la horticultura, especialmente al cuidado de las azucenas. Durante sus largos años fue dejando en un segundo lugar la relación con su mujer (Dianne Wiest) y la hija de ambos. Solamente mantiene relación con su nieta Ginny (Taissa Farmiga) luego que el próspero negocio se ve en decaída. Bajo la intención de trabajar realizando envíos de paquetes con su vieja camioneta por varios estados, se involucra como mula de un cartel de narcotráfico mexicano, sin saber en su inicio que se trataba cocaína proveniente de México.
La película dirigida por Eastwood no solo es un thriller acerca del tráfico de drogas, la guerra entre los mismos narcos y la DEA (al frente de la cual se encuentran dos vacíos agentes interpretados por Bradley Cooper y Michael Peña). También es un juego de meditación acerca de la vida, lo abandónicos que podemos llegar a ser y las segundas oportunidades. Siempre con un grado de dramatismo, pero que no se priva a su vez de encontrar puntos de encuentro con la comedia (hay una variedad de momentos humorísticos políticamente incorrectos que sobresalen), llegamos a establecer una relación entrañable con su protagonista. Earl Stone es Clint Eastwood: un viejo cascarrabias, conservador, prejuicioso y con mañas, pero que no pierde oportunidad de reírse de todo eso mismo en cuanto puede.
La mula es sencilla en cuanto a su guion y su narrativa, pero es un film de extrema calidad cinematográfica. El despliegue visual y de actuaciones, sobre todo de esas tres generaciones de mujeres decepcionadas por la ausencia, la eleva sobre la gran mayoría de las películas de Eastwood, y sin dudas se acerca al podio de lo mejor que vimos los últimos años.